No es precisamente un secreto que la práctica de ejercicios físicos puede ser ampliamente beneficial para tu salud y para tu bienestar. Y es igual de importante realizar pequeñas tareas sencillas para cuidarnos en la oficina, incluso cuando estamos sentados. No esperes a que tu cuerpo te de señales de dolor para comenzar a cuidarte: puedes realizar estas simples actividades a diario, para prevenir malestares y dolores antes de que siquiera los notes.
La espalda no es nada menos que el pilar que nos sostiene. Cuando la espalda comience a doler, todo nuestro cuerpo lo sufre, inclusive nuestra mente y los procesos cognitivos se ven interrumpidos por causa de este dolor. Por ello, debes dar un cuidado diario a tu espalda, comenzando por la oficina, que es cuando permanecemos quietos y en una misma posición durante largos períodos.
En primer lugar, debes concientizarte sobre tu postura. A veces estamos tan sumergidos en nuestros pensamientos y preocupaciones que olvidamos controlar y corregir la postura. Por ello, debes crearte un saludable hábito de control horario. Puedes crear un recordatorio en tu móvil o en tu agenda virtual para que te recuerde, durante los primeros tiempos, corregir tu postura una vez por hora. Cuando hayas adquirido el hábito, podrás desactivar este recordatorio.
Cuando hablamos de corregir la postura no nos referimos simplemente a un cambio de pose, sino a un control más en profundidad. Analiza tu postura actual, para reconocer las carencias y los rigores a los que estás sometiendo a tu espalda. Así, podrás corregirlos de mejor manera, determinando también las necesidades.
Si notas que tu espalda está encorvada para poder así reposar tus codos sobre las caderas, entonces puedes saber que deberías reemplazar tu silla por una con apoyabrazos. Si ves que tu espalda está doblada para acercar tu cabeza al escritorio o al teclado porque no ves, puedes comenzar a solucionar el problema colocando una fuente de luz más adecuada.
Una vez, cada no menos de dos horas, estírate. Tan simple como eso. Lleva ambos brazos por sobre tu cabeza, estirados, y endereza la espalda. Si puedes, bosteza al hacerlo. Haz pequeños movimientos circulares, muy suavemente, con tu cabeza mientras lo haces. Así podrás aflojar la tensión a la que has sometido a tu espalda, sin notarlo. Al bajar los brazos, haz movimientos circulares con tus hombros. Estírate tantas veces como lo necesites.
Coloca apoyos lumbares en tu asiento si debes permanecer sentado durante más de tres horas seguidas. Simplemente, pon la almohadilla a la altura de tu cintura o de tus riñones, para que den un apoyo extra a tu espalda. Si puedes, procura que la parte superior de tu espalda esté siempre en contacto con el respaldar, para una postura más erguida y correcta.
Una vez cada dos horas, y no más, levántate de tu asiento. Esto movilizará tus articulaciones. Aprovecha para caminar al baño, o ir a la cocina a beber un vaso de agua. Esto te permitirá liberar una enorme cantidad de presión de tu espalda y de tus hombros.
Con estos simples ejercicios y prácticas verás que la tensión en tu espalda es cada vez menor, y que te sentirás mejor a lo largo de tu jornada laboral.