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Versión para imprimir del artículo Vacíar la mente para trabajar mejor. No incluye formatos especiales ni imágenes.
¿Has notado que, cuando realizas una tarea o actividad rutinaria, el tiempo pareciera acelerarse si tienes la mente ocupada? Cuando viajas en tren, por ejemplo, el viaje siempre parece más corto cuando estás concentrado en algún pensamiento particular. Esto puede funcionar a tu favor, pero cuando te sucede durante actividades que requieren acción (como en la oficina) esto puede transformarse en una verdadera dificultad.
Si tienes la mente ocupada con problemas, cuestionamientos e incertidumbres, lo más probable será que no logres concentrarte en la tarea en manos. Y, para colmo de males, esto podría traerte complicaciones y hasta poner en peligro tu puesto laboral… colocando un problema más en tu línea de preocupaciones mentales constantes.
Por eso, debemos procurar vivir una vida con menos preocupaciones. Esto es posible, aunque puede que nos tome demasiado tiempo y esfuerzo. Por ello, también es igual de importante aprender a organizar nuestros pensamientos, tanto en forma como también en tiempo.
Cuando estés en el trabajo, debes tener la mente despejada de problemas familiares, personales, hogareños o sociales, e incluso de otros problemas laborales no inmediatos o urgentes. Puedes lograr vaciar la mente llevando a cabo algunos ejercicios o técnicas sencillas, como veremos a continuación.
Cuando te sientas agobiado, pon en práctica estos ejercicios. Si te sientes exhausto mentalmente, incluso al llegar a la oficina, practica estas técnicas de relajación mental antes de comenzar con tu jornada laboral. Recuerda que puedes, incluso, llevarla a cabo en el tren o en el transporte público (¡pero no cuando estés conduciendo!).
Comienza por hallar una pose relajada y confortable en tu silla. En lo posible, haz el ejercicio en un sitio tranquilo, como puede ser tu oficina a puertas cerradas, la terraza, la azotea o la sala de descanso. Cuando hayas encontrado tu pose cómoda, concéntrate únicamente en tu cuerpo.
Verifica que tus pies se encuentren reposados gentilmente sobre el piso (a menos que estés sentado con las piernas cruzadas, en la pose típica de Yoga, a tu gusto), que tus piernas no estén tensionadas, que tu postura sea derecha pero no forzada, y que tus hombros estén relajados, libres de tensión. Analiza tus brazos, deben estar a los costados del cuerpo o reposados sobre tus piernas, sin hacer fuerzas o tensiones. Relaja las manos, y también el cuello. Si necesitas, apoya la cabeza sobre el respaldar, para encontrar tu mejor posición. Cierra los ojos, y comienza ahora a concentrarte sólo en tu respiración.
Procura concentrarte en los movimientos que hace tu cuerpo al respirar. Respira lenta y profundamente, intentando visualizar o al menos notar cómo se infla y desinfla tu vientre y tu caja torácica al hacerlo. Escucha los sonidos que hace tu respiración. Sólo debes prestar atención a tu respiración, en no menos de 5 inspiraciones profundas y calmadas.
Cuando te sientas listo, visualízate a ti mismo con una sonrisa en el rostro, caminando por un campo o por la calle, quizás por un centro comercial, o por donde quieras. Imagínate feliz, libre de preocupaciones. Disfruta de la sensación de bienestar que te da esa sonrisa, y fíjate lo bien que te hace sentir saberte sin preocupaciones.
Cuando te sientas a gusto, comienza a regresar al día a día. Lentamente abre los ojos, sintiéndote relajado y más tranquilo. Ahora sí, retoma tus actividades recordando la sensación de bienestar de no estar preocupado por otros asuntos, concentrándote sólo en las tareas que debas cumplir en el momento.
