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Versión para imprimir del artículo Combatir el estrés en el trabajo. No incluye formatos especiales ni imágenes.
El estrés (stress) es una de las palabras más mencionadas en las oficinas en los últimos años. Y no es para menos: se trata de uno de los principales males sociales, y causa mayoritaria de las ausencias laborales y de las carpetas médicas (o ausencias por enfermedad). El estrés dejó de ser una simple sensación, para tornarse en un grave mal social, que afecta no sólo el desempeño, sino la salud y el bienestar de los trabajadores de todos los rubros y actividades.
Pero contrariamente a lo que pareciera, el estrés no es un mal inevitable. Es normal que los más diversos puestos de trabajo tengan exigencias, fechas límite y condiciones estresantes. Sin embargo, con la adecuada prevención, podemos escapar de las garras del estrés y seguir siendo entes productivos y saludables, de la organización y de la sociedad.
El principal factor que provoca estrés es la sobrecarga sin liberación. Por ello, la mejor prevención es la correcta relajación. El exceso de presiones, exigencias y obstáculos puede llevarnos, casi inevitablemente, a sufrir de estrés. Por ello, ante todo, debes aprender a relajarte, a recargar las energías al final o durante la jornada, y a renovar tu ímpetu para no caer presa de este mal.
Conoce a pleno tus labores, obligaciones y responsabilidades. Esto te permitirá saber cuáles son los límites de tus tareas, evitando que tomes más de lo que debes tomar en lo que respecta a los trabajos. También te permitirá saber dónde debes llegar y qué debes cumplir, para que ninguna meta te tome por sorpresa y te desaliente, en cualquier caso.
Conoce bien tus fechas límite. Luego, establécelas un día antes de lo que en verdad son. Así, tendrás tiempo de sobra para solucionar cualquier contratiempo, y aún así cumplir con la fecha estimada para la entrega de esa labor.
Se organizado con tu tiempo. Si notas que llegas alterado al trabajo, procura salir unos diez a quince minutos antes de casa, y toma el recorrido con más calma. Evita conducir o tomar el transporte en los horarios más complicados. Incluso puedes salir antes de casa, y aprovechar la soledad de la oficina a primera hora para desayunar allí. Esto te permitirá mayor relajación a lo largo del día.
Mantén un ambiente de trabajo ordenado. Nos referimos a tu escritorio, a tu vehículo u oficina, a tu ordenador, a tu agenda y también a tu cuerpo, que es tu primer entorno laboral. Evita sobreexigirte si te sientes enfermo, y dedica tiempo a diario para tu aseo y rutinas de belleza. Dedica unos minutos a la semana para darte un cuidado extra: ir a la peluquería, a la manicura, para hacerte masajes o para aplicarte una mascarilla nutritiva y tomar un baño de espuma. Haz lo mismo con tu entorno de trabajo: dedica un tiempo para ordenarlo, decorarlo a tu gusto, y dejarlo en óptimas condiciones. Ello te permitirá trabajar más cómodo.
Al salir del trabajo, toma un paseo, saca a caminar a tu mascota, o haz algo puertas afuera para distenderte y para dejar que tus ojos (y tu mente) se entretengan con un nuevo entorno, con nuevos rostros, sonidos y colores, y hasta aromas. Esto te permitirá, al regresar a tu rutina, enfocarte mejor en tus actividades regulares.
