La adicción al trabajo es uno de los tantos males de la actualidad. Es posible que todos conozcamos alguna persona con esta característica, o que nosotros mismos seamos adictos al trabajo (workaholics).
El adicto al trabajo es fácilmente reconocible: no puede distinguir entre su trabajo y su vida. Toda su energía vital está puesta en el trabajo, y descuida la vida social y afectiva que, en su mente, están en segundo plano.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, los adictos al trabajo no tienen mejor rendimiento que sus pares y tampoco resultan productivos; suelen fallar en las relaciones laborales y el trabajo en equipo, y no suelen ser buenos líderes, ya que no saben cómo delegar, son intolerantes, y su propia auto-exigencia termina agotándolos. Incluso esta característica de su personalidad les juega en contra a la hora de conseguir trabajo: las empresas prefieren personas emocionalmente equilibradas y seguras de sí mismas (los workaholics no lo son).
Paralelamente, esa adicción les resulta totalmente adversa a la hora de conseguir trabajo: como necesitan el ambiente laboral para sentirse seguros de sí mismos, suelen aceptar trabajos muy por debajo de su nivel y preparación, sin detenerse a pensar en la conveniencia, ni tomarse más tiempo para la búsqueda de un puesto más adecuado.
En realidad, la adicción al trabajo no es la enfermedad sino el síntoma: los adictos al trabajo desarrollan esta ansiedad laboral para enmascarar otros problemas emocionales que no pueden resolver o temen que se salgan de control.
Cuando el adicto al trabajo es nuestro jefe, las consecuencias se hacen notar de inmediato: los empleados se sienten presionados, sobre-exigidos y, frecuentemente, subestimados (es que, para el adicto al trabajo, nadie lo hace mejor que él). Esto resulta en una baja en la productividad del equipo de trabajo o sector a su cargo.
Para poder sobrellevar esta relación y no morir en el intento, considera los siguientes consejos:
Si el adicto al trabajo eres tú, no desesperes, que hay solución. En primer lugar es necesario reconocer esta situación. Luego, proponerte firmemente trabajar menos horas por semana. Probablemente deberías buscar alguna otra actividad que compense: puedes ir al gym, o hacer un curso, por ejemplo.
Lo ideal es que las relaciones sociales no tengan nada que ver con tu trabajo. De ese modo, lograrás divertirte y relajarte, y evitarás seguir hablando de trabajo fuera del trabajo.
Por último, si es necesario, deberías buscar ayuda profesional. Hay grupos de autoayuda para adictos al trabajo, en los que te sentirás contenido y acompañado.