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Versión para imprimir del artículo Pros y contras de ser multitasking. No incluye formatos especiales ni imágenes.
El mercado laboral actual se caracteriza, en todos los niveles (aunque más especialmente, a nivel de mandos intermedios y altos), por una enorme exigencia, mucha movilidad, y una terrible competencia.
Además, la crisis ha provocado que muchas empresas prescindan de parte de su personal, y quienes quedan, muchas veces se ven sobrecargados de tareas que no siempre conocen. No queda más remedio que adquirir nuevas habilidades y saber hacer, como se dice comúnmente, un poco de todo. En otras palabras, convertirnos en trabajadores multitasking (sí, igual que el Windows).
Cuando tenemos capacidades para hacer muchas tareas corremos el riesgo de que nos suceda exactamente, lo mismo que a nuestro CPU: Cuantas más tareas se ejecutan en forma simultánea, más baja el rendimiento general del procesador y la velocidad con la que responde.
Tener trabajadores multitasking no es, paradójicamente, la mejor opción para ahorrar dinero. La sobrecarga de tareas provocará falta de concentración, demoras en la resolución por falta de tiempo, baja progresión del rendimiento general y, por supuesto, agotamiento, estrés y enfermedades.
Investigadores de la UCLA han descubierto que, cuando hacemos más de una tarea a la vez, el hipocampo debe “dividirse” en tantas partes como tareas hagamos. Esto provoca que vayamos “borrando” elementos de nuestro cerebro, para hacer espacio, con la consiguiente posibilidad de cometer errores, olvidarnos cosas importantes y tener las famosas “lagunas”, en las que no podemos recordar algo que tenemos “en la punta de la lengua”.
Por otro lado, la sobre-exigencia provoca una liberación de adrenalina superior a la habitual. Este estado de “alerta” constante de nuestro cerebro en particular, y nuestro organismo en general, tiene consecuencias tanto físicas como psicológicas: Irritabilidad, mal humor, dificultades para conciliar el sueño, fatiga, dolor de cabeza (que suele hacerse crónico), contracturas musculares y hasta subas de presión arterial.
Si estamos en una situación como la que acabamos de describir, podemos echar mano a algunos trucos para cumplir con nuestras labores y no morir en el intento.
En primer lugar, asignaremos prioridades a la lista de tareas a realizar, y haremos una a la vez. Al darle a cada una toda nuestra atención, cometeremos menos errores y terminaremos más rápido.
A la vez, dejaremos claro, a quien venga a pedirnos una nueva tarea, que no la comenzaremos hasta terminar con la que tenemos entre manos. Más aún, agradecemos no ser interrumpidos, para no perder concentración.
Evitemos todas las tareas prescindibles y aplacemos todas las no urgentes. Dejemos para los momentos de descanso los llamados telefónicos personales, la lectura de correo privado, y la visita a las redes sociales habituales. Conseguiremos preservar minutos valiosos para completar nuestras labores más rápidamente y evitar tener que quedarnos fuera de horario (una pésima costumbre).
Y ahora que sabes qué hacer, deja el multitasking para tu ordenador, y relájate un poco. Te hará bien.
