A lo largo de la jornada nuestro cuerpo y nuestra mente van recibiendo estímulos positivos y negativos. La mala alimentación, la falta de descanso y las exigencias pueden alterar nuestros niveles de estrés y, con ello, baja nuestra productividad y eficiencia en el trabajo. Se hace necesario poder relajar la mente y recobrar energías, mientras renovamos el oxígeno de cada célula de nuestro cuerpo para aumentar los niveles en todo nuestro ser. Y es allí donde aprovechamos los beneficios de la meditación.
Cuando pensamos en meditar, automáticamente nos proyectamos de ropas holgadas, sentados en el suelo de un paisaje abierto, pacífico y especial. Pero lo cierto es que podemos meditar en cualquier momento y lugar: en casa, mientras cocinamos, mientras tomamos una ducha, en el tren de camino al trabajo o, también, en un breve descanso que tomemos en la oficina.
Lo ideal es contar con un espacio silencioso para meditar en el trabajo. Si tienes tu propia oficina, aprovecha el tiempo de descanso del mediodía u otro para cerrar la puerta de entrada, y aislarte brevemente, al menos en mente. Abre la ventana para que corra el aire limpio y nuevo y, si puedes, aprecia el paisaje y la luz solar por algunos minutos.
Ya que no es muy práctico cambiarte de ropa, practica la meditación con tu ropa laboral. Puedes quitarte los zapatos, al menos por estos 5 a 10 minutos que utilizarás para meditar. Ponte en una posición cómoda, relajada, en el piso, en una silla o en la azotea, donde puedas. Y, simplemente, comienza a respirar profunda y lentamente.
Practica el ejercicio de meditación que quieras, el que prefieras según el tiempo que tengas disponible o la meta que persigas en ese momento. Si sientes mucha alteración o te pone nervioso no tener tiempo suficiente, al menos siéntate allí, cierra los ojos, y respira lentamente, concentrándote y llevando tu atención únicamente a tu ciclo de respiración.
Al meditar cambiamos nuestro patrón de respiración y, con ello, nuestro ciclo y ritmo cardíaco. Las células renuevan su oxígeno y se estabiliza la presión arterial. El cuerpo se vigoriza, la mente se relaja y se aleja de la ofuscación, permitiéndonos volver a encarar los pensamientos de la jornada laboral desde un punto de vista más amplio.
Meditar en la oficina es una manera ideal de fomentar nuestra productividad en cualquier momento de la jornada, y basta sólo pocos minutos para renovarnos en cuerpo y mente, preparándonos para seguir adelante con nuestras actividades.