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Los buenos y malos hábitos en el trabajo

Un hábito es, por decirlo de algún modo, una manera de hacer las cosas. Esta manera es respetada y repetida a diario. En casa, por ejemplo, puedes hacerte el hábito de doblar y guardar la ropa que llevas puesta ni bien te la quitas, evitando así que la habitación e desordene y la ropa se arrugue. Del mismo modo en que aprendiste a poner en práctica esta actividad, puedes aplicar cambios a tu vida laboral para hacer las cosas con más orden y eficiencia, sin siquiera notar que lo estás haciendo.

Por ejemplo, guardar las cosas en su lugar ni bien las desocupas es un hábito provechoso en el trabajo. Si necesitas una perforadora de papeles, abres el cajón donde la guardas, la usas, y la vuelves a su lugar. Así, sabes que siempre está en el mismo sitio, y te ahorras en tiempo de buscarla o la inquietud de necesitarla con apuro y no tenerla a mano. Y este hábito se aprende y aplica, simplemente, recordándote a ti mismo de volver a colocar las cosas en su lugar, una y otra vez, hasta que la acción sea casi mecánica y la cumplas sin siquiera notarlo.

Análisis de tus hábitos laborales

Antes de realizar cambios, debes pensar en qué hábitos deberías crear o modificar. Recuerda que hay hábitos provechosos y otros adversos, como el de dejar las cosas desordenadas, de no cerrar los archivos en el ordenador, u otros peores, como el hábito de revisar tu correo personal o tu perfil en redes sociales durante el horario de trabajo.

Para realizar cambios que sean provechosos, antes debes hacer un análisis de tu eficiencia en el trabajo. Se frío y certero a la hora de analizar tu vida laboral: nota si pierdes el tiempo con colegas, leyendo el periódico online, leyendo las novedades de tu círculo de amigos o, simplemente, mirando por la ventana. Observa si pierdes tiempo en buscar los elementos de la oficina, si tu zona de trabajo está desordenada o, también, cuánto dura el orden una vez realizado.

Toma lápiz y papel y dedica una semana a notar estos detalles, anotando todo lo que se te ocurra. Escribe también los malos hábitos que tienes, como revisar las redes sociales o el móvil.

Corrigiendo malos hábitos en el trabajo

Una vez identificados los malos hábitos, planifica las acciones para corregirlos. Pon en marcha las herramientas que sean apropiadas: bloquea en tu ordenador las visitas a sitios no laborales, ata tu perforadora de papeles al interior del cajón con un elástico para que te sea incómodo dejarla a la vista, y haz todo lo que te sea de ayuda para meter en tu vida diaria los buenos hábitos.

Plantéate una agenda racional y honesta. No harás los cambios de un día para el otro, mucho menos si se trata de malos hábitos grandes. Proponte cumplir con el cambio de malos a buenos hábitos en un plazo de un mes, dos, tres, o seis meses. Ve interiorizando de a poco las buenas actividades y, una vez por mes, revisa tu lista para ver si siguen cumpliendo con las malas acciones, tachando también aquellas que ya has podido solucionar.