Los grandes de la industria no van casa por casa buscando personas para integrarlos a su plantel. Por eso, debes crear tus propias oportunidades, presentarte a ellos directamente de una manera que no resulte invasiva, que cree una cierta intriga, y que te abra las puertas a mejores posibilidades en lo laboral.
Las oportunidades se presentan rara vez, y debes aprovecharla. Ahora: no debes confundir “oportunidades” con “cualquier momento”. Si reconoces a un grande de la industria sentado en un restaurante, con su familia, envuelto en charlas y risas, seguramente no será el mejor momento para presentarte, pues interrumpirías un momento familiar. Lo mismo sucede si lo ves en el campo de golf, entre amigos, o quizás bebiendo un cóctel con su pareja.
En cambio, busca las situaciones en las que esté algo distendido, libre de actividades. Si lo ves tomando un café con un colega, quizás solo en una tienda, momentos en los que no interrumpas sus actividades.
No salgas corriendo a presentarte: espera el momento apropiado. Acércate y, cuando se presente la posibilidad, salúdalo correctamente. Siempre dirígete con un trato formal, por su apellido, y preséntate de inmediato. Un mal ejemplo de ello sería algo como “¡Oiga, Sr. González, quisiera hablar con Usted!”, mientras que una correcta presentación comenzaría con “Disculpe, Sr. González, soy Juan López, trabajo para Usted en el departamento de Finanzas, y quisiera decirle que esa camisa que está observando es en verdad magnífica”.
Recuerda siempre abrir tu presentación con un saludo, su nombre y el tuyo, y con alguna frase entradora, agradable, que denote que no te acercas a pedir algo o con desesperación, sino en situación. Si el jefe está admirando un libro y tú lo has leído, puedes comentar algo al respecto. Si trabajas para él, díselo, o bien dile algo como “lo reconozco por un artículo publicado en tal revista”, o una breve frase que explique el por qué te acercas a esa persona.
También, recuerda la enorme importancia de presentarte con un gesto amable y tranquilo, algo sonriente aunque no de carcajadas. La sonrisa es la llave que abre más puertas que ninguna otra, y debes tenerlo en cuenta para presentarte con los peces gordos.