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Versión para imprimir del artículo El síndrome del despido interior. No incluye formatos especiales ni imágenes.
¿Alguna vez te has sentido completamente desconectado de la empresa en la que trabajas, sin relación con sus objetivos y los tuyos, casi como si estuvieras constantemente en tu último día de trabajo allí?. Pues puede que seas víctima del síndrome del despido interior.
Se conoce con este curioso nombre al estado emocional de desconexión de la persona con su ámbito de trabajo. Tiene las más diversas causas, relacionadas con el enfoque emocional de cada empleado. Un objetivo no alcanzado, el sentido de menosprecio por parte de la corporación, un ambiente laboral de baja motivación, tareas monótonas y repetitivas, e incluso bajos incentivos laborales son algunas de ellas.
Cuando la persona se halla a gusto en su oficina, trabaja de manera productiva y hasta proyecta accionares tendientes a alcanzar el objetivo común. En cambio, cuando se presenta el síndrome de despido interior, el empleado comienza a funcionar en un modo casi mecánico. Imagina la situación de ser despedido a primera hora de la mañana, y tener que cumplir con el resto del día sin preocupación ni integración alguna; esta es la explicación más clara, y también la razón del nombre de esta condición.
En muchos ámbitos se habla de “vestir la camiseta” de la empresa, ser parte del equipo, involucrarse a nivel emocional además de laboral. Cuando este síndrome aparece, la persona se desconecta de la corporación: no le interesa más que cumplir con el horario de trabajo, las tareas mínimas, incluso estas quedan sin preocupación ni interés al quedar inconclusas al final de la jornada.
Quien sufre de esta condición suele llegar justo en el horario o con tardanzas, y se retira ni bien se cumple la hora. No participa de las actividades extra laborales, ni forma conexiones sociales en el lugar de trabajo. Para la persona, la oficina es sólo una obligación por cumplir, mientras piensa en las actividades externas de la empresa o en sus propios proyectos.
Hay mucho que puedes hacer para eliminar de tu vida esta lamentable condición. Necesitas volver a sentir ganas de ir al trabajo, de apasionarte por ello, algo como volver a enamorarte de tu puesto. Piensa en los beneficios de ser parte de esta corporación: si tienes golosinas libres, si el estacionamiento tiene sombra, si los sanitarios tienen siempre aroma agradable, si tiene buena calefacción en invierno; no importa qué es lo “bueno”, sino que lo recuerdes.
Contrasta cómo sería tu vida fuera de ese trabajo, desde un punto de vista realista. Todos pensamos en que nuestra existencia sería mejor si trabajáramos en una entidad con la integración de Google, pero la realidad es que hay pocos empleos como esos disponibles. Lo más probable es que consigas un puesto similar al que tienes. Analiza el mercado y consulta con tus conexiones: si tienes posibilidades de integrarte a una empresa donde te den más beneficios y motivación, pon en marcha el cambio. Pero si tus posibilidades son escasas, entonces piensa que es mejor tener el trabajo que tienes y no ser desempleado.
Habla con tus superiores de confianza sobre tu condición. Busca la motivación donde puedas encontrarla, y propón los cambios que consideres apropiados para lograr una mayor productividad e integración por parte del personal. Debes ponerte en movimiento para solucionar este síndrome, pues no existe una píldora mágica que lo haga por ti. Sólo resta buscar lo que te de felicidad, y volver a sentir esa energía del primer día de escuela en la niñez.
