Cuando están por llegar las vacaciones, muchas personas, especialmente quienes ocupan cargos ejecutivos, tienen dificultades para alejarse del trabajo, no físicamente, sino mentalmente. La tecnología también les juega en contra a la hora de “desenchufarse”: hay múltiples dispositivos digitales que usamos habitualmente para trabajar, y terminan siendo el cordón que nos ata a nuestro trabajo aún en vacaciones.
Es necesario comprender que el descanso del trabajo no es sólo una disposición legal, sino una verdadera necesidad. Y, aunque resulte difícil olvidarse de las responsabilidades laborales por el mero hecho de alejarnos físicamente del espacio de trabajo, debemos hacerlo por nuestra salud mental.
Para aliviar un poco la sensación de “asunto pendiente” que sentimos al irnos de vacaciones, es bueno aprovechar los días previos al receso para completar todas las tareas que sea posible, y que debamos hacer en forma personal. También nos tomaremos un tiempo para elegir la/s persona/s en quienes delegaremos ciertas responsabilidades, y reunirnos con cada una de ellas para explicarles sus tareas.
Si hemos trabajado correctamente en el armado de nuestro equipo de trabajo, todo debería funcionar sin nuestra presencia permanente, y cada uno de los integrantes del grupo debe tener capacidad y preparación para tomar decisiones sin acudir a nosotros. Para ello, los roles deben quedar claros, lo mismo que las tareas a desarrollar.
Nuestra tranquilidad durante las vacaciones también dependerá, en gran medida, de nuestra actitud. Sería ideal desconectar todos los dispositivos que usamos habitualmente en el trabajo (teléfono móvil, iPhone, Blackberry y etcéteras). Tanto para nuestro equipo de trabajo, como para nosotros mismos, debe quedar claro que nuestro descanso no es negociable, y los problemas laborales que surjan deberán resolverse sin nuestra presencia. Del mismo modo, de haber temas en los que nuestra intervención sea necesaria, deberá quedar absolutamente claro cuáles son estos temas, y cuál es el nivel de gravedad que requerirá, imprescindiblemente, de nuestra resolución.
Más allá de esta habilidad o capacidad para desconectarnos, también es necesario dejar todo organizado para el regreso: determinar cuáles serán las tareas prioritarias y cuáles los cambios que querremos realizar en la organización, si es necesario hacer alguno. Por lo general, el regreso de las vacaciones es el momento ideal para un “nuevo comienzo”, ya que tanto superiores como personal se encuentran descansados y mejor predispuestos.
Tomar adecuada distancia del ámbito laboral nos permitirá ver las cosas en perspectiva: descubrir, quizás alguna mejora que se puede hacer, o identificar problemas en procedimientos o personas. El despejar la mente nos vuelve más creativos, y es probable que se nos ocurran ideas innovadoras para poner en práctica al regreso.