Cada empresa, oficina y hasta sector es, ni más ni menos, una pequeña comunidad social, con todos los defectos y virtudes de cualquier otra. La gente que en ellas trabaja tiene diferentes personalidades, gustos, objetivos, intereses, y se comporta en la oficina casi del mismo modo en que lo hace fuera de ella.
Entonces, no debería sorprendernos que en el ambiente laboral haya rumores o chismes sobre una u otra persona, ya sea motivados en algo relacionado con su desempeño laboral, como (y esto nunca falta) en su vida personal.
Algunas personas pueden no darles importancia, pero otras se sienten verdaderamente afectadas. Y, en última instancia, las habladurías nunca tienen un efecto positivo, ya que enrarecen el ambiente y pueden crear situaciones conflictivas entre compañeros de trabajo. Como sea, es importante saber que siempre estaremos obligados a convivir con este tipo de situaciones, ya que no hay empresa ni lugar de trabajo en que no ocurra.
Sin embargo, algunos expertos en temas laborales sostienen que, en algunos casos, esta “comunicación informal” puede ser útil, si se focaliza en aspectos relacionados sólo con el trabajo, y cuyo resultado final puede ser, si se canalizan en forma inteligente, la mejora de ciertos aspectos o procedimientos, o saludables innovaciones.
Muchas personas confiesan que no dudan en ningún momento de la veracidad de estas informaciones que reciben a través de “radio pasillo”, porque suelen ser de buena fuente: alguien que escuchó o vio a otro alguien y… Esto también puede estar señalando una falla en la comunicación interna de las empresas: cuando las novedades se publican en el boletín o correo interno, ya todos están enterados, porque hubo una fuga de información en alguna parte.
Para muchos, es una forma de conocer quién es quién dentro de la empresa e, incluso, saber cuál es su propia posición: cómo se lo considera, qué se dice de él, y la valoración que se hace de su trabajo.
Cuando el rumor llega a oídos de los directivos, debería ser utilizado como una especie de encuesta informal: estos rumores pueden decir mucho acerca de lo que sienten y piensan los empleados, sobre aquellas cosas que les gustan, y aquellas otras con las cuales no están conformes. Bien usado, el chisme puede ser una herramienta poderosa.
Los rumores siempre tienen un origen. Muchas veces, quien lanza el rumor es, a la vez, un “formador de opinión”, a sabiendas o no, ya que el rumor siempre es tendencioso, en el sentido de que nunca se transmite un hecho en forma aséptica, sino pasado a través del tamiz de la interpretación.
Si tenemos en cuenta el origen y la intención del rumor, podremos no sólo convivir con él, sino saber cómo usarlo a nuestro favor.
Y, si se trata de puro chisme, que afecta en forma personal a algún compañero, lo más sano es, sin duda, mantenernos al margen de esta actitud nociva.