El síndrome del ejecutivo es un mal actual que altera el correcto funcionamiento laboral de numerosas personas en todo el mundo. Puede sufrirlo oficinistas y obreros por igual, administrativos, directivos o asistentes. Se trata, pues, de un mal orden mental que impide diferenciar el tiempo de trabajo del tiempo de ocio y descanso, disminuyendo así la productividad e interfiriendo con el correcto descanso y la vida social y familiar.
En la mente de una víctima del síndrome del ejecutivo no hay tiempo para el descanso. Aunque esté en una playa paradisíaca, sus pensamientos rondan en torno a los trabajos que quedan pendientes, en las nuevas maneras de llevarlos a cabo, esencialmente: sigue en la oficina. Es que el trabajo, para un afectado por este mal, es un alivio y una necesidad de vida, más que una acción. El trabajo se convierte, así, en toda la vida de quien sufre de esta condición socio-laboral.
Si tú o alguien de tu familia nota sufrir este mal, se debe actuar cuanto antes. Dejar pasar oportunidades de descansar puede ir aumentando el problema, y el primer paso en la terapia de recuperación es algo simple y sencillo a la vez: aprender a descansar.
El descanso, para algunos, es algo natural. Pero para los hiperactivos sufrientes del síndrome del ejecutivo y los adictos al trabajo, descansar es algo por demás complicado. Se debe aprender a relajar cuerpo y mente, a separar el trabajo de la vida diaria, social y familiar, a vivir fuera de la oficina.
Luego de aprender a descansar, ya estará encaminado hacia una cura para este mal. Mientras tanto, hay que tomar breves descansos al día: diez minutos cada dos horas, media hora al final del día laboral, una hora diaria al menos cuando se alcance el máximo potencial de relajación. En estos períodos se debe leer, bailar, conversar, ver la TV o hacer cualquier actividad que aleje la noción de trabajo de la mente, comenzando de a poco para ir en aumento en intensidad y duración.
Uno de los trucos para vencer el síndrome del ejecutivo es eliminar las herramientas que posibilitan la invasión del trabajo en el tiempo de descanso. En el fin de semana, durante las vacaciones o cuando finalice la jornada, se debe procurar apagar o dejar en otra habitación el teléfono móvil, evitando tenerlo al alcance de la mano para vencer la tentación de consultarlo.
En las vacaciones, hay que evitar cargar con la laptop o algún dispositivo móvil de comunicación que permita trabajar. Este es el primer paso, hasta convertir al descanso en un hábito saludable.