Para muchos esta premisa puede sonar casi irrisoria, pero para otros, descansar es algo que se debe aprender a hacer. Por falta de práctica, por niveles de ansiedad y estrés cotidianos, o por comportamientos orientados a la constante ocupación, hoy cada día más personas olvidan la mecánica del descanso, tan necesario y útil incluso para nuestra productividad.
Descansar no sólo es dormir por las noches, también debes tomar pequeñas pausas a lo largo del día, para relajar cuerpo y mente. Cada dos horas de trabajo se debe descansar al menos 15 minutos, aproximadamente, y según las características del día.
Al tomar una pausa levántate de la silla, camina al tocador y lava tu cara y tus manos. Bosteza, y estira tus brazos y espalda. Sal al balcón o asómate a la ventana para respirar aire fresco, y bebe un vaso de agua. Esto será suficiente para mantenerte activo a lo largo de todo el día.
Cuando llegas a casa llegas “a casa”, y no “a una segunda oficina”. Este concepto es fundamental. Deja las preocupaciones del trabajo del otro lado de la puerta, e ingresa a tu hogar dispuesto a comenzar la sección de tu día que es para ti y tu familia.
Atiende los asuntos del hogar y de la familia cando llegues a casa, antes de la cena, no sin antes haberte mudado de ropas a unas más cómodas y haber bebido un té o, al menos, un vaso de agua. Relájate antes de comenzar con tus ocupaciones domésticas. Luego, dedícate a ellas y, al finalizar, vuelve a relajarte.
En la relajación es importante que dejes en calma tu mente. Puedes dedicarte a hacer un crucigramas o una partida de ajedrez, o a conversar sobre el día con tu pareja. Evita pensar en otras cosas que no sean de tu vida doméstica, al igual que en la oficina debes ocupar tu mente con pensamientos sobre tu labor. Luego, en tu tiempo de relajación (puede ser durante la ducha, por ejemplo), dedícate a pensar en algo que sea solamente tuyo. Una banda que te guste, cantando sus canciones, o una actividad que te de placer, planificando un viaje soñado, aunque no vayas a hacerlo. La idea es pensar en lo que tienes en frente, en el momento indicado, para acostumbrar a tu mente a separar los distintos aspectos y roles de tu vida, y a hallar la paz entre ellos.
A muchos les sucede de dormir las suficientes horas por noche, pero al despertar por la mañana se sienten cansados. Esto se debe a un mal descanso: el sueño interrumpido, la mala postura, las preocupaciones de una mente que no se relaja ni en estado onírico.
Aunque duermas 8 horas por noche, debes relajarte antes de ir a dormir. Dedica las últimas dos horas del día a cenar con la familia, a conversar, a ver la televisión, tomar una ducha o a relajarte escuchando buena música. No es necesario que pases las dos horas tumbado en el sofá: puedes comenzar con las tareas más activas y finalizar con, al menos, media hora de completa relajación antes de abandonarte al sueño.
Si te sirve, lee unos 15 a 20 minutos antes de apagar la luz. Procura no tener televisión en la habitación, pues alterará tu sueño. Duerme liviano de ropas, con abrigo suficiente para que no pases frío, aunque tampoco calor. Evita consumir azúcares, cafeína o hidratos de carbono al menos hora y media antes de ir a dormir, y evita el tabaco. También, voltea el colchón y acomoda las almohadas para mantener buena postura a lo largo de la noche. Así conciliarás mejor el sueño, y tu cuerpo descansará mejor.