Muchas veces, a lo largo de nuestra vida laboral, pasamos por momentos difíciles: ya sea por inseguridad en cuanto a la continuidad del mismo, por una sobrecarga de trabajo, porque el empleo es muy exigente o competitivo, etc.
Algunas personas son capaces de sobrellevar estas situaciones, pero otras pueden comenzar a experimentar diversos síntomas físicos que les hacen pensar que están enfermas. En realidad, están sufriendo de estrés.
La mayoría de los síntomas del estrés pasan inadvertidos como tales por las personas, que creen que sufren de cualquier otra cosa, ya que se pueden asociar a un sinnúmero de enfermedades. Por eso, ante síntomas persistentes e indefinidos de malestar, es necesario consultar al médico, que podrá determinar con precisión lo que nos pasa.
Los síntomas de estrés más comunes son: dolor de cabeza, presión alta, agotamiento, malestar gastrointestinal, insomnio, depresión, irritabilidad, estado de nerviosismo permanente.
Si se nos diagnostica estrés laboral, una de las primeras cosas que debemos hacer es comunicarlo a la empresa. El tratamiento del estrés laboral nunca debería ser a nivel personal, sino que la empresa debe realizar las gestiones necesarias tendientes a eliminar aquellos factores que provocan estrés. No basta con que el médico nos prescriba un ansiolítico.
Por lo general, en las empresas modernas se trabaja en la prevención del estrés pero, una vez instalado, se debe realizar una tarea conjunta con médicos laborales y otros profesionales de la salud, para eliminar o reducir los factores que provocan estrés.
En lo que se refiere al tratamiento personal, es necesario trabajar en la resolución de los factores que más afectan. Por ejemplo, cambiar ciertos hábitos laborales, mejorar la alimentación, aumentar las horas de descanso, aprender estrategias de manejo del tiempo y organización, técnicas de negociación y resolución de conflictos.
Desde el punto de vista emocional, será necesaria una re-educación para aprender a manifestar y compartir las emociones, tanto positivas como negativas, ya sea en casa como en el ámbito laboral. También necesitaremos aprender a relajarnos antes situaciones de tensión, y a resolver en forma analítica los problemas.
Algunos ejercicios físicos, realizados a diario en la oficina, actúan como válvula de escape de la presión interior, y pueden ayudarnos a atravesar momentos complicados. Podemos caminar o movernos, hacer ejercicios de respiración, beber agua en forma lenta y pausada, realizar algunos ejercicios de estiramiento de extremidades, cuello y columna, o escuchar música relajante.
De todos modos, como dijimos anteriormente, es necesario que la empresa, los responsables médicos y los mismos empleados trabajen en forma conjunta para eliminar aquellas situaciones y temas que puedan ser causantes de estrés.