Hay prácticas que podemos poner en marcha para evitar los conflictos con los jefes, como veremos en esta nota, y también hay buenos consejos que, aunque parezcan obviedades, son útiles para recordar en esos momentos en los que los problemas quieren asomarse.
El jefe es un cargo superior. Ha llegado a ese puesto por los motivos más variados; sin importar la razón, lo creas merecido o no, seguirá siendo el jefe, un superior. Por ello, su cargo muy probablemente goce de una mejor remuneración, y su palabra será más tenida en cuenta en las decisiones empresariales. Así, comparar tu posición o tus beneficios con los del jefe sólo te llevará a conflictos e incomodidades. Si tienes buena fortuna, tendrás un jefe que tome en cuenta las opiniones ajenas tanto como las propias; si no, recuerda que a oídos necios, las palabras son sordas, y sólo te resta hacer tu mejor trabajo en la situación real de la empresa.
Así como esperas que el jefe valore tus opiniones, debes aprender a valorar las suyas. Toma de cada intercambio lo que te sea de enseñanza y valor, y descarta lo demás, en especial con jefes prepotentes o desvalorizadores. Es el jefe en tu trabajo, no en tu vida: al salir del horario laboral, las malas ideas y palabras serán descartadas, dejarlas libres te evitará acumular rencores que sólo te perjudicarán.
De igual forma, debes aprender a descartar las cosas carentes de valores profundos. Si un colega ha tenido un mal día (en lo personal o en cualquier ámbito) y te responde de mala manera, aprende a comprenderlo, habla con franqueza para limpiar el aire, y retoma la relación habitual sin conflictos. Con el jefe puedes hacer lo mismo, descartando los problemas y obstáculos menores, dedicándote a tu labor, y sin acumular estas nociones ni actuar en consecuencia cuando la situación responda a influencias externas. En casos graves, pues siempre puedes dialogar o dirigirte a mandos superiores para presentar quejas, e incluso desvincularte de la entidad si la situación se sale de control.
Las peleas y los conflictos con el jefe son un tema delicado. Por más que nos cueste asumirlo en muchos casos, si nosotros tenemos rencores sólo nos dañamos a nosotros mismos, mientras que si el jefe acumula rencores contra nosotros, esto podría incluso hacer peligrar nuestro trabajo y la continuidad en la empresa.
Aunque todos quisiéramos ganar todas nuestras batallas, recuerda que el cargo superior tiene el as de la baraja en estas situaciones. Sé más astuto: deja que el jefe "gane algunas", aunque sean menores, para que no se sienta en peligro o amenaza. Dicen los sabios que debemos “elegir vuestras batallas”, cediendo las que se alejan de nuestros objetivos, para concentrarnos en las que nos sean más importantes en lo personal.
Por ello, evita ser juez de las acciones ajenas, haz tu labor de la mejor manera posible, y descarta las nimiedades sin darles más valor del que poseen de manera inherente. Haba con franqueza, y propicia un buen ambiente laboral. Evita los malos comentarios con colegas, pues podrían tomar un giro inesperado y sólo conducen a la creación de un ambiente laboral tenso y poco productivo. Y evita caer en exabruptos, responder de manera instintiva y “en caliente”, pensando antes de hablar, y evitando así conflictos con los cargos superiores. Así, sentarás un ejemplo para tus colegas, y también los superiores, para trabajar todos en conjunto hacia una atmósfera laboral que minimice las situaciones conflictivas.