Cuando un amigo, un conocido o un viejo empleado te pide que seas su referencia laboral, debes actuar con cautela, honestidad, y también con precaución. En especial cuando se trata de una persona cercana, de confianza: ser referencia laboral no debe ser “un favor”, sino un testimonio de confianza que puede tener repercusiones en tu propia vida laboral.
Primero es saber cuánto lo conoces. Si son amigos habituales o meramente conocidos, si sabes de su historia laboral o no, cuáles son sus puntos fuertes en los trabajos y, también, si tienes confianza de que tu referencia será bien reflejada luego, en sus actitudes, en lugar de dejarte como mentiroso a ojos del nuevo empleador.
Dar una referencia laboral positiva para alguien que no será un buen empleado (que es desordenado, no acata órdenes, no tiene las capacidades o demás) sólo te deja mal parado en el ambiente laboral. Esto, a la larga, puede tener serias consecuencias en tu vida profesional. Imagina que das una referencia positiva de alguien que termina siendo un buscapleitos en el nuevo trabajo y que, en pocos meses, quieres tú mismo ingresar a esa corporación. Seguramente el nuevo jefe no habrá olvidado que, quizás, tu referencia fue la que lo animó a contratar a esa persona que no fue positiva para la empresa.
Aunque tu mejor amigo te pida que seas su referencia laboral, debes hacer este análisis. Si luego de pensarlo no consideras que sea una buena idea, entonces debes hablarle con franqueza, pero también con tacto.
Dile que no quieres quedar como referencia para no tener relación con la empresa a la que quiere postularse, o cuentale abiertamente que no te conviene por temor a su falta de disciplina en una empresa estricta. También puedes decirle que tu propia reputación no es la adecuada, o que carece de peso en la industria laboral, y que lo que le conviene es buscar una referencia de mayor renombre, para que sea mejor aceptada.