Para hacer nuestra oficina en casa no necesitamos contar con demasiado espacio ni hacer gastos significativos. Con un poco de planificación por adelantado y buen uso de nuestras capacidades de organización, podremos lograrlo en poco tiempo y con un gasto mínimo.
Lo primero es planificar. Toma lápiz y papel, y anota cuáles son las actividades que realizarás en tu oficina hogareña. ¿Vas a trabajar con grandes papeles, planos o carpetas? ¿Utilizarás sólo tu ordenador? ¿Es un ordenador de escritorio o es una laptop? ¿Necesitas tener muchos papeles a mano?
Todas estas preguntas te permitirán planificar qué mobiliario, espacio y elementos necesitas, para determinar también el tamaño general que requieres para tu oficina hogareña. Sabiendo estos detalles podrás determinar el sitio donde la montarás, pudiendo ser una habitación independiente, una esquina de la sala, un vestidor en desuso, un escobero, en el pórtico cerrado o donde prefieras, a partir del espacio y detalles que requieras.
Una vez determinada la ubicación, el tamaño y mobiliario necesario, prepara la zona: libera la suciedad y los elementos, decora las paredes y pisos pintando si fuera necesario, coloca tomas eléctricas o iluminación anexa, viste las ventanas con cortinas para bloquear el frío, y haz todos los cambios y adaptaciones que sean de necesidad para tu oficina, dejándola abierta, despejada, motivadora y bien iluminada.
La organización de las tareas en tu oficina hogareña es tan importante como la organización posterior conforme la vayas usando. Para montarla, necesitas tener un espacio libre, suficiente como para tener cierta comodidad, bien ordenado y que facilite la concentración y enfoque en las tareas a realizar.
Antes de montar la oficina hogareña puedes, por ejemplo, dibujar el plano general en papel. Así podrás determinar la ubicación de los espacios de guarda: bandejas, cestos, baúles, armarios y ficheros, o lo que necesites ubicar para facilitar la ejecución de tus labores.