Conocemos al estrés laboral como el conjunto de síntomas, asociados a la actividad laboral o profesional, que alteran el equilibrio mental y físico de una persona, siempre en relación a su actividad. Puede deberse a las altas exigencias del cargo, o al ambiente que se vive a diario con sus colegas y superiores, incluso a las demandas relativas con el trabajo.
Sea cual fuere la causa, es importante reconocer este mal a tiempo para poder ponerle un freno efectivo o, mejor aún, evitarlo y prevenirlo de antemano con simples técnicas y actividades.
Hay diversas técnicas de relajación que puedes realizar en el trabajo, en la oficina privada o compartida, incluso detrás de un mostrador. Simplemente toma unos dos o tres minutos, y puedes realizarlas cada una o dos horas (como máximo): cierra los ojos, respira profundamente en ciclos regulares, lentos y profundos, dejando descansar tu mente y volviendo a dar energía a tu cuerpo. Puedes ir al sanitario y lavar tus manos y tu cara para una relajación rápida y efectiva. Luego, al volver a casa, realiza una técnica de relajación más profunda, o haz alguna actividad que te resulte placentera y que no se relacione en lo absoluto a tu trabajo.
Organiza tus tiempos y respeta esta organización para evitar apuros y sobre-posición de tareas. Si tienes una fecha límite, procura establecerla en tu agenda privada para un día antes de la presentación, evitando así quedarte fuera del tiempo. No te distraigas o entretengas con otros asuntos no referidos a tu meta mientras tanto, pues esto desacomodaría tu agenda. Mejor, establece en tu lista de actividades diarias un tiempo adecuado para la distracción, para almorzar, para lo que sea, permitiéndote así el disfrute pero sin interrumpir tus actividades.
Arma un equipo de trabajo adecuado para tus necesidades. No significa que debas armar tu brigada exclusiva, sino que conozcas y reconozcas las habilidades y capacidades de tus colegas, de modo de poder pedir ayuda cuando sea adecuado, y de poder delegar las tareas a la persona idónea para esa labor específica. Esto te ahorrará tiempo y más de un dolor de cabeza, y te permitirá llegar a la meta de manera eficaz y siempre tendiente hacia el mejor resultado de la empresa, personal y grupal.
Una vez instalado el estrés laboral, o el llamado síndrome del “quemado” o “burn out”, es más difícil de erradicar, requiriendo también medidas más extremas. Por eso es de vital importancia detener las acciones nocivas a tiempo, buscando las ayudas que fueran necesarias ni bien aparece la necesidad.
No esperes a sentirte extenuado para tomar un descanso, ni a sentirte desvinculado emocionalmente de tu puesto de trabajo para buscar la motivación. Haz que tu trabajo sea más entretenido y relajado a diario, para no llegar a nocivos extremos que podrían, incluso, afectar tu salud y dejar secuelas notorias y permanentes.