Hablar de felicidad en un blog de Oficina y Bienestar es bastante natural. Y es que la felicidad es lo que te pondrá en acción, te mantendrá motivado y satisfecho, y te dará esas ganas de seguir en carrera en todas tus actividades laborales. Y eso debes generarlo desde el primer minuto del día.
Ni bien abras los ojos, incorpórate en la cama. Estírate, bosteza libremente, despereza tu cuerpo y oxigena tu mente, y sonríe. Esto es importante, pues te predispone en un marco mental positivo. Piensa en algo lindo si te ayuda a sonreír.
Mientras te higienizas, repite una frase en tu mente: “hoy va a ser un gran día”. No uno bueno, no uno común: un gran día. Lleno de sorpresas y cosas nuevas. Piénsalo, siéntelo y repítelo para convencerte de que así será.
Cuando llegues a la oficina deja tu abrigo y tu maleta en el escritorio, y saluda a todos. Hazlo con una sonrisa en el rostro, a pesar de las malas caras que encuentres. Se amable, saluda cordialmente a tus colegas, subalternos y superiores por igual. Bebe un vaso de agua o llévatelo a tu escritorio, y disponte a comenzar un día con mucha eficacia y satisfacción, manteniendo siempre la sonrisa satisfactoria en el rostro.
Procura mantener tu régimen de descansos: una vez por hora estírate, camina un poco, respira aire fresco, lava tu rostro y tus manos en el sanitario. Ve al comedor o al bebedero y habla algunas palabras con otra persona. Evita temas conflictivos y el diálogo sobre los pesares laborales. Concéntrate en algún resultado deportivo, un chiste, algunas palabras amenas que te permitan retirar la mente de lo laboral por dos o tres minutos. Luego, regresa a tu escritorio completamente renovado.A la hora del almuerzo elige un alimento liviano. Frutas frescas, batidos, una ensalada, lácteos bebibles son las mejores elecciones. En invierno, aprovecha las sopas instantáneas. Evita los alimentos pesados, demasiado condimentados o grasosos, para estar más liviano y sentirte mejor en el resto de la jornada.
Por la tarde, sigue con tu régimen de descansos y relajación.
Al terminar la jornada laboral asegúrate de dejar cumplidas todas tus tareas, para liberar los pendientes del día siguiente. Ordena tu escritorio, arroja los papeles y residuos al cesto, abre la ventana para ventilar por la noche, y vuelve a saludar cordialmente a todos en la oficina. Sal sabiéndote satisfecho, habiendo cumplido tu labor, habiendo ganado tu dinero de manera honrada y eficiente.
Al llegar a casa deja en su lugar tu abrigo y maleta. Quítate los zapatos y cálzate unas confortables pantuflas. Quítate la corbata, el maquillaje, lo que sea que no quieras llevar puesto, y relájate unos momentos en el sofá, con un libro, buena música o televisión. Habla con la familia, pregúntales cómo ha sido su día y cuéntales del tuyo, mientras preparan la cena.
Luego de comer, cuando los niños ya se hayan ido a sus camas, toma tu agenda y revísala. Asegúrate de saber cuáles son tus tareas para el día siguiente, y organiza tu día para no andar con apuros ni dejar pendientes. Agasájate con una bebida fresca mientras lo haces, y luego disponte a relajarte y a dormir en un día que ha sido feliz, completo y beneficial para ti, tanto en lo laboral como también en lo anímico y personal.