Puede tomar la forma de chismes personales sobre la vida privada de los compañeros de trabajo, o sobre sus técnicas de labor. También ser un comentario repetido en voz baja sobre un cambio en la modalidad de trabajo, que en la mayoría de los casos no es cierto. Los rumores son una de las principales causas de miedos y preocupación en nuestras empresas, y sin embargo, cada día parecen aparecer de a montones.
Pero, si sabemos que son perjudiciales, ¿por qué siguen existiendo?. Pues las razones de ello también pueden ser de lo más diversas. Una compañía en la que no hay canales claros y abiertos de comunicación suelen sufrir de este problema. Por otro lado, recuerda que hay personas aburridas, cuyas vidas personales no son tan interesantes, por lo que se inmiscuyen en las de los demás, repitiendo, exagerando y –a veces- inventando datos extravagantes, curiosos, que pueden resultar entretenidos para ellos, pero una causa de vergüenza para el protagonista de la situación.
El problema se extiende más allá de los muros de la oficina. Hay trabajadores que, a sabiendas o sin considerar la magnitud de la propia acción, divulgan técnicas, datos y conocimientos propios del lugar de trabajo. Las ganas de participar en una charla, de ser protagonista y orador, los empujan a revelar lo que de alguna manera puede ser confidencial, un secreto, una información de índole privada que, a la larga, puede afectar la estabilidad de toda la corporación.
Numerosos estudios han confirmado que las áreas jurídica, financiera, de ventas y de personal son las que más recurren a esta herramienta inescrupulosa, con miras a conseguir puestos en otras compañías (infructífera búsqueda, pues quién querría contratar a un indiscreto), o para acaparar la atención en conferencias, seminarios y convenciones.
Cuando seas testigo de una divulgación de información confidencial, procura interrumpir elegantemente y cambiar el tema de conversación. Si no pudieras hacerlo, excúsate del grupo y pide a tu colega que te acompañe, para poder decirle en privado que lo que está haciendo no tendrá buenos resultados. Si la persona no tenía intenciones de ello, se detendrá en el acto. En cambio, si lo estaba haciendo adrede, entonces al menos sabrá que tú fuiste testigo de ello, y que podrías revelar sus acciones ante los altos mandos.
Si la indiscreción se da puertas adentro de la oficina, habla en privado con esa persona charlatana. Dile que lo que está haciendo podría herir los sentimientos y la susceptibilidad de las personas, y que en verdad no sabe si lo que está repitiendo es o no verdad. Si la persona continúa con los comentarios en voz baja, toma medidas más rudas y coméntaselo a tu superior o encargado de área, para que el asunto tome más relevancia y pueda ser detenido antes de causar daños que, en definitiva, podrían terminar por ser irremediables.