En el mercado laboral se habla mucho de la proactividad. ¿De qué se trata? ¿Para qué nos sirve? ¿Es realmente importante? Éstas son preguntas frecuentes que solemos encontrar a la hora de hablar de proactividad.
Al describir el significado de la proactividad, inevitablemente nos referimos a ciertas capacidades, aptitudes y actitudes de una persona, mayormente en relación a su desempeño laboral, mezclando lo académico y lo personal.
La proactividad es, entonces, una cualidad. Describe a una persona motivada en la consecución de objetivos específicos y generales, mediante la acción, la preparación (intelectual, académica, entrenamiento) y la predisposición. Esta última es, quizás, la más descriptiva de todas las especificaciones. La proactividad requiere de una predisposición específica, anímica, enérgica y bien enfocada.
De este modo, la proactividad es el motor que impulsa a la acción constante, en pro de actividades hacia una meta. Esta es su importancia, y su necesidad para el buen desempeño laboral.
La persona proactiva es bien vista por jefes, superiores, colegas y también por los reclutadores y headhunters, pues describe a una persona animosa, que se esfuerza por la consecución de sus objetivos, ya sea diarios, semanales o anuales, es decir: inmediatos y a largo plazo.
Pero también la proactividad se aplica a diferentes ámbitos. No sólo es el motor que te pone en movimiento y que te da el impulso necesario para lograr archivar esa pila de documentos o analizar ese montón de documentos. La proactividad también es el motor que te impulsa a crear buenas relaciones laborales y personales en la oficina, con colegas, subalternos y superiores. Se trata de una actitud positiva, orientada hacia la acción en todos sus sentidos.
De este modo, podemos ver de manera sumamente clara y específica que la proactividad es por demás importante para el óptimo desarrollo y desempeño profesional y laboral. Será lo que nos ponga en la mira de reclutadores, y lo que nos distinga de colegas y pares, ante eventuales promociones y ascensos.
Se puede ser proactivo de manera simple: proponiéndotelo. Debes recordarte constantemente esta actitud positiva y esta acción. En poco tiempo, mucho menos de lo que crees, ya no tendrás que recordártelo, ya que se habrá convertido, más que en una actitud, en un saludable hábito.
Lo mejor de todo es que la proactividad es un caso claro en el que “la práctica hace al maestro”. Así, la actitud proactiva puede contagiarse a otros aspectos de la vida. En la cancha, con tus amigos, ya no sólo te dedicarás a cuidar de tu puesto, sino que irás más allá, y darás más de ti. En casa, con tu familia, la proactividad como hábito incorporado te permitirá no hacer sólo lo necesario, sino que verás que te resulta mucho más motivante dar el paso extra, formando parte de otras actividades, proyectos y acciones.
Algunas claves para lograr la proactividad pueden ser resumidas en simples palabras: acción, motivación, consecución, energía y ánimo. No te dejes desanimar, ante un obstáculo: impúlsate aún más. En poco tiempo, te habrás convertido en una persona proactiva, y esto no tendrá sino buenas consecuencias.