Piénsalo de este modo: si tienes un compañero de oficina que constantemente se queja, se enoja, que sólo es portador de malas noticias, seguramente tarde o temprano comenzarás a evitarlo. Al formar equipos de trabajo, probablemente él o ella no será tu primera elección. Por otro lado, si tienes un colega que siempre luce una sonrisa, que está bien predispuesto a las labores, que siempre tiene una palabra de aliento o un comentario positivo, seguramente preferirás compartir con él o con ella, incluso te alegrarás de que le den ese aumento o ese ascenso que tanto merece.
Pues tú también eres un miembro de la oficina. Lucir una sonrisa, intentar ver el lado positivo a las cosas y no dejarse abatir, sino buscar soluciones a los conflictos y situaciones, te convierte en una persona “grata” en la oficina, alguien a quien los demás están gustosos de acompañar, y también de ayudar en proyectos y trabajos.
En el caso de surgir un jefe en la oficina, ya sea un líder de proyecto o un ascenso a un cargo jerárquico, ¿a quién preferirá el resto de la oficina?. Claro, lo has supuesto bien: el resto de los colegas estará gustoso de tener como su nuevo superior a la persona más agradable y abierta de la oficina, y no a aquél colega refunfuñón. Como ves, la simpatía y la cordialidad puede abrirte también las puertas de los ascensos y del crecimiento profesional, evitando los comentarios de radio-pasillo y las envidias, y fomentando el buen trato en la oficina.
La simpatía nos pone en un marco mental más ameno y agradable. Logramos buscar alternativas y soluciones, sin dejarnos abatir, y hasta logramos verle lo entretenido hasta a la tarea más tediosa. Las comunicaciones también mejoran cuando somos cordiales y amenos, lo que fomenta las buenas prácticas y la mayor productividad en la oficina. Una organización con una buena comunicación es seguramente más tendiente al éxito que al fracaso.
También el gesto simpático, la sonrisa sutil en el rostro y los buenos tratos mejoran la percepción que los demás tienen de ti. Es más fácil que acudan a ti por consejo o ante necesidades (por ejemplo, un jefe que busca soluciones) si saben que tú estarás allí con una mentalidad positiva hacia cualquier asunto. Nuevamente, una simple gestualidad de simpatía puede propiciarte un avance en tu carrera profesional.
No sólo la sonrisa define a la persona simpática, sino algunas otras características. Una persona que viste bien, que tiene una buena postura, que mira a los ojos al hablar y que elige palabras positivas para hacerlo, es un claro ejemplo. Otros rasgos que definen a la simpatía son la cordialidad en la charla, el saludo todas las mañanas y tardes, los diálogos francos y las preguntas hechas con buena intención, además de no por entrometerse ni por indagar en la vida privada de los demás.
Las palabras de consejo positivas, ver el lado bueno a las cosas y la compasión son otros rasgos de la persona definida como simpática. También ayuda ser detallista y recordar, por ejemplo, las fechas importantes y los gustos de los demás, ser respetuoso y ordenado en el lugar de trabajo.