Las redes sociales son infaltables en la vida de la mayoría de nosotros. Esto de la comunicación instantánea y global es ciertamente seductor, y nos abre las puertas al mundo, casi de modo literal.
Quizás por ello abusamos de estas herramientas de comunicación, exponiéndonos más de la cuenta. Esto, de más está decir, puede perjudicarnos en gran medida en nuestra carrera laboral.
Por fortuna se trata de errores y problemas que podemos prevenir y solucionar rápidamente.
Un buen consejo a seguir es “nunca publiques algo que no le dirías al jefe en la cara”. Todo lo que coloques en la red es potencialmente visible para cualquier persona, mucho más cuando asciendes y te conviertes en alguien de cierta influencia o notoriedad. Comentarios simples brindados a tus seguidores en Twitter o a tus amigos de Facebook como “Mi jefe es un idiota” pueden costarte la carrera. Mucho mejor es, entonces, no comentar aquello que no dirías en voz alta en la oficina.
Algo similar ocurre con los comentarios de clientes. Publicar algo como “Uff, hoy tuve que atender a un cliente por demás indeciso, ojalá no vuelva a verlo”, puede ser visto por esa persona o por sus referidos, y ello puede costarte el cliente, su fidelidad, su cadena de referidos, y potenciales visitantes que eviten hacer negocios contigo, por repudio a estos comentarios.
Muchos caen en el error común de divulgar sus propios secretos y ventilar sus mentiras por las redes, simplemente dejándose seducir por esta inmediatez de comunicaciones. Si has pedido el día libre en el trabajo, adjudicándolo a una enfermedad, procura no comentar luego en tu muro algo como “¡Qué delicia fue el masaje que me dieron esta mañana en el spa!”, pues quedarás expuesto por tu propio error.
Algo similar ocurre a quienes se la pasan comentando e interactuando en Facebook, mientras están en el trabajo. En muchos sitios ya es una causa aceptada de despidos, así que debes tener cuidado con ello. Si quieres, revisa tu perfil de Facebook en estos horarios, pero evita la interacción: tan sólo presionar un “Me Gusta” durante el horario de trabajo puede ser lo que te cueste el empleo. ¿Vale la pena hacerlo?