La oficina y el hogar pueden estar en la misma residencia, si contamos con un trabajo independiente o una oficina hogareña, o pueden hallarse en residencias separadas, si salimos del hogar para trabajar a diario. Ambos designios, sin embargo, han de compartir una noción: la oficina es la oficina, y el hogar es el hogar.
El hogar es el sitio de la familia, de la pareja, o de nosotros mismos. Ya sea que cuentes con una oficina hogareña o fuera de casa, es la percepción lo que varía, o al menos: lo que debe variar. La oficina es el sitio donde cumples tus labores, tu trabajo, tu desempeño económico o redituable a tal nivel. El hogar, en cambio, es tu morada, tu palacio y castillo, y es un sitio de refugio, de disfrute, de placer y de entretenimiento: no es el sitio laboral.
Por ello, la separación a nivel percepción de la oficina y el hogar se hace fundamental para nuestro bienestar, y también para nuestra productividad en ambos planos. El social familiar, y el laboral.
Se trata de lograr una distinción que permitan un “desenchufe” o una desconexión diaria entre ambos planos. Debes recordar que, a diario, las personas cumplimos con muchos papeles y roles. Somos familiares (padres y madres, hijos, hermanos, abuelos, nietos, sobrinos – y a veces todo eso al mismo tiempo), y somos amigos. Somos parte del vecindario y de la comunidad, y también somos entes laborales. Somos una permanente convergencia de estos roles, los cuales debemos priorizar en los momentos indicados.
Seguramente que tu primer rol será el familiar, y hasta el social será más preponderante en tu vida que el laboral. Pero cuando estás en la oficina, es tu papel de trabajador en que debe encimarse y tomar el control. No estás cumpliendo labores hogareñas ni educando a tus hijos mientras tienes una reunión de trabajo, ¿verdad? Pues del mismo modo, no estás teniendo una teleconferencia cuando preparas la cena o lees un cuento a tu hijo antes de ir a dormir.
Es muy importante aprender a separar estos papeles. Se dice que “quien mucho abarca, poco aprieta”. Y es así: cuando no sabemos dar esta distinción y esta separación entre el rol predominante y los demás roles, terminamos por ser improductivos en todos estos roles. Queremos ser todo al mismo tiempo, y puede que podamos serlo, a riesgo de perder el control, perder el enfoque, perder la fuerza necesaria para dedicarnos 100% a una labor o a un rol particular, en ese momento indicado.
Deja la oficina en la oficina. Deja el hogar en el hogar, y hasta deja el gimnasio en el gimnasio. Cumple tus papeles con concentración, para ser más efectivo en todos los roles de tu vida, cada uno a su momento oportuno.