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Versión para imprimir del artículo El síndrome del Burn Out y sus síntomas. No incluye formatos especiales ni imágenes.
¿Conoces el síndrome de Burn Out? Este término, referido al inglés “quemado”, se refiere al ámbito laboral en relación al cansancio extremo, al estrés, a la sobrecarga de actividades y a la falta de descanso, tanto a nivel físico como también emocional.
Las causas del síndrome de Burn Out son variadas: demasiado trabajo y poco descanso es la principal, a la que se suma la falta de relajación, de motivación, de organización y otras tantas. La problemática del síndrome de Burn Out reside en que se refleja en una extrema falta de productividad, de asertividad y de eficiencia en la oficina, con peores resultados, con menos cantidad de metas alcanzadas, y con una creciente insatisfacción que sólo exacerba el problema.
El síndrome de Burn Out, como vimos, causa sensaciones de frustración laboral, lo que afecta a la productividad. La falta de motivación cada vez nos lleva a peores resultados… lo que aumenta la sensación de frustración, y esto va agravando el problema en un círculo vicioso que cada vez aumenta más.
La falta de logros también provoca deudas y pendientes, lo que afecta de manera negativa e inmediata. Esto, luego, afecta el descanso, influyendo sobre la vida personal y familiar.
El síndrome de Burn Out tiene señales claras: el estrés, el agotamiento extremo y la falta de enfoque y motivación son los principales, a los que se suma luego un agotamiento emocional y físico generalizado. La persona, al llegar a casa, tiene menos ganas de realizar las actividades placenteras que permiten su recomposición anímica, cavando cada vez más profundo el hueco emocional en el que se encuentra.
También hay una despersonalización con respecto del entorno laboral. La persona se desmotiva, y se siente menos identificada con su lugar de trabajo y con su actividad en general. Así, hay una baja en su productividad, y se crea un estado de tensión en la oficina y entre las personas, en especial con los cargos superiores que notan el menor desempeño de la persona, sin consideración de su situación particular.
El síndrome no acosa de golpe, ni se torna evidente de la noche a la mañana. Los estudios al respecto indican que hay cuatro etapas sucesivas de la manifestación del síndrome: la primera es la de idealismo y entusiasmo, en la que la persona aún siente energías pero sus expectativas comienzan a bajar y los límites de sus actividades y responsabilidades comienzan a desvanecerse, creando desilusión y poca motivación.
Luego, le sigue la etapa de estancamiento, con una menor actividad y, con ello, la menor consecución de metas y resultados. Se manifiesta aquí la necesidad de cambios. Luego, en poco tiempo sin solucionar el conflicto, se ingresa a la etapa de apatía, que es crucial: la frustración, la desmotivación y la falta de descanso se manifiestan visiblemente, a niveles físico, laboral y también social.
La etapa final es la llamada de distanciamiento, en la que la frustración ya es crónica en el individuo y se ha llegado a la despersonalización, la separación afectiva y mental con el lugar de trabajo. La desvalorización profesional y la apatía son señales claras de esta etapa.
