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Durante las largas jornadas laborales, es muy común sentirnos exhaustos, estresados, y agobiados en extremo, tanto física como mentalmente. Aprender a dar un respiro a nuestro cuerpo es esencial, pero aprender a relajar nuestra mente, para evitar sobre-exigirla, es indispensable.

Cuando nos enfrentamos a jornadas laborales demasiado cargadas de pensamientos, planificación, o ante problemas urgentes, solemos no dar descanso a nuestros procesos cognitivos. Los pensamientos se agolpan en nuestra mente, hasta llegar a un punto de exigencia tal que solemos somatizarlos, es decir, desarrollar dolencias físicas como resultado de este agotamiento mental. Esto nos impide pensar claramente, analizar las situaciones y, en definitiva, nos impide desarrollar nuestras labores adecuadamente.

Ejercicios para relajar la mente

Para relajar la mente podemos llevar a cabo simples ejercicios, sin siquiera tener que abandonar nuestro escritorio u oficina. Simplemente debes tomarte unos minutos, y detener las labores a mano. Si estás en medio de una labor urgente, prueba con relajarte unos segundos, finalizarla, y luego llevar a cabo este ejercicio de relajación mental, para no quedarte atrapado en las ideas de una labor pendiente.

Cuando tengas unos minutos totalmente libres, cierra tu oficina (puerta y ventana) e indica no ser molestado. Si no tienes esta posibilidad, ve al sanitario, a la azotea, o a algún lugar tranquilo donde puedas sentarte o recostarte cómodamente. De preferencia, elige una habitación oscura (o apaga la luz). Cierra los ojos, y respira lenta, regular y profundamente, para liberar tu mente de pensamientos.

Relaja tu cuerpo lentamente, comenzando por relajar tus pies, luego las piernas, el abdomen, el pecho, la espalda, los hombros, los brazos y manos, y finalmente el cuello, la cabeza y el rostro. Sigue respirando lentamente.

Cuando te sientas a gusto y relajado, imagina que tu cerebro posee dos puertas. Visualiza la imagen que te sirva: la de tu cerebro con dos aberturas, o simples dos puertas a los costados de una habitación. Ambas puertas están abiertas, y puedes ver cómo los pensamientos entran y salen por ambas puertas.

Lo que debes hacer es cerrar la puerta de ingreso de tus pensamientos. Si los visualizas ingresando por la derecha, cierra la puerta derecha en tu imagen mental. Verás que ya no ingresan nuevos pensamientos. Mientras tanto, los pensamientos ya presentes siguen su camino, y van abandonando el escenario por la otra puerta. Cuando veas que el último ha salido, cierra la puerta de la izquierda, para impedir que vuelvan a ingresar. Observa (o imagina) que tu cerebro, o la habitación visualizada, queda completamente vacía. Mírala con atención. Disfruta unos instantes de esta habitación libre de pensamientos.

Si haces este ejercicio por las noches, permanece observando la habitación vacía tanto tiempo como puedas. Si lo realizas en la oficina, bastarán unos instantes. Cuando te sientas listo, comienza a retornar a la vida diaria. Para ello, abre la puerta de la izquierda, la de “salida”, y luego, con calma, abre la puerta de “entrada”. Verás cómo los pensamientos comienzan a ingresar, esta vez más lentamente.

Respira profundamente mientras vas volviendo a la rutina. Aleja la visualización, y abre los ojos con calma. Ahora puedes respirar, a ojos abiertos, y reincorporarte a las labores pendientes, pero renovado, y con la mente relajada, más enfocada y más eficaz.