Versión para imprimir
Versión para imprimir del artículo Causas más comunes del estrés en el trabajo. No incluye formatos especiales ni imágenes.
En 1930, un estudiante de medicina de 20 años, llamado Hans Selye, descubrió que, en todos los pacientes que estudiaba, había una cantidad de síntomas comunes, independientemente de las enfermedades que presentaran. En ese momento llamó a este conjunto de síntomas (que incluían fatiga, baja de peso, pérdida de apetito, y otros) “síndrome de estar enfermo”.
Con el tiempo, y ya recibido de médico, continuó estudiando el tema, hasta que dio con el concepto de estrés, una “respuesta no específica del organismo a cualquier demanda del exterior”, que afecte ya sea su cuerpo o su estado emocional. El trabajo, aun siendo un trabajo que nos guste, también puede provocarnos estrés.
Se ha comprobado que las personas que ocupan ciertos puestos, como los relacionados con la atención al público, son más propensas a sufrir estrés. Pero también aquellas que no se sienten valoradas en su trabajo, o las que realizan tareas repetitivas.
El estrés laboral puede tener diversas causas que dependen tanto del trabajo en sí, como del individuo que lo realiza. Las mujeres, por ejemplo, suelen ser las que más se estresan, porque suman a la demanda de sus trabajos las obligaciones familiares, que casi siempre quedan a su cargo.
Entre las causas más comunes de estrés laboral están la falta de valoración y/o motivación; la sobrecarga de trabajo, cuando la tarea realizada está por encima de la capacidad física o la preparación de quien la realiza; las malas relaciones con los compañeros o superiores; la poca claridad en la asignación de las tareas o los roles dentro de la empresa; los problemas personales que aumentan la tensión emocional; los cambios de tecnología no anunciados por la empresa; la remuneración insuficiente, etc.
Además, si el espacio físico no es agradable, o está mal ventilado, o iluminado en forma insuficiente, el estrés se puede agravar. Pero, como decíamos, cada persona responde de forma diferente a las agresiones externas. Y las condiciones que pueden ser causantes de estrés para algunos, no lo son para otros.
La mayor o menor predisposición al estrés tiene poco que ver con la responsabilidad o importancia del cargo que se ocupa, sino con la personalidad de cada uno.
Las personas con personalidad llamada Tipo A, perfeccionistas y competitivas, impacientes, ambiciosas y que, por lo general, no quieren o no pueden delegar, el estrés es muy habitual. Estas personas jamás están conformes con la tarea realizada, nunca logran relajarse, y viven en tensión permanente.
Pero también son pasibles se sufrir estrés las personas introvertidas, tímidas y ansiosas, que no pueden manifestar su ansiedad o viven con miedo permanente a hacer las cosas mal. Estas personas suelen tener poca capacidad para lidiar con imprevistos en el trabajo, y la posibilidad de que ocurran los altera.
Como decíamos, es sabido que las personas que ocupan ciertos puestos laborales o desarrollan determinadas profesiones suelen sufrir estrés con más frecuencia que otros. Ente los más afectados se encuentran quienes ocupan puestos de atención al cliente, los médicos y enfermeras, los profesores, la policía y fuerzas de seguridad, quienes trabajan en departamentos de ventas o en call centers.
En cada uno de los casos, el motivo de estrés puede ser diferente: ya sea por el hecho de poner su vida en riesgo, por ser responsables de otras personas, porque su trabajo implica una competencia continua, o porque no tienen ninguna relación emocional con la empresa o producto para el que trabajan.
