Cada generación recibe nombres, designios, etiquetas que agrupan a los nacidos en las diversas épocas de nuestra historia y su economía. Quienes llegaron a este mundo entre 1982 y 1995 se agrupan en la denominada “Generación Y” y hoy, en la flor de la edad, han modificado el mercado laboral para todos.
Tras el paso del grupo anterior en el mundo del trabajo, marcado por el deseo de llegar a puestos altísimos y excelentemente remunerados, los “millennials” o “Y” optan por cultivar su identidad y buscan la independencia como meta de oro en el trabajo. Persiguen trabajos flexibles, en jornadas reducidas que les permita dedicarse a sus proyectos personales o a sus actividades independientes.
En los comienzos de su inserción al mercado laboral se los catalogó como irresponsables, faltos de ética empresarial, poco vinculados a las organizaciones. Hoy, pasado el tiempo, se sabe que dedican buen esfuerzo, concentración y productividad a su labor, pero que no se vinculan emocionalmente con estos puestos. Conocen sus opciones y saben que nada ni nadie es imprescindible en el mundo del trabajo: prefieren cumplir su horario y sus tareas, y volver a su propia vida para crecer donde más les interesa.
Los miembros del grupo de la Generación Y han aportado al mercado valores fundamentales para el bienestar. Los conceptos de ambiente laboral, solidaridad, compañerismo y motivación van de la mano con estos jóvenes, que han sido también los pioneros y asentadores de la migración internacional tan sólo por empleos. Aprovecharon sus primeros años en la adultez para viajar a países remotos, realizar tareas de lo más variadas, para volver a sus hogares en la madurez y dar comienzo a sus planes reales.
Son ellos
quienes integraron la noción de “diversión en el trabajo”, de estilos libres,
decoración de interiores y organización de eventos que buscan la integración
social. Saben que es posible entablar relaciones sociales en el trabajo y lo
aprovechan, pues también están al tanto de que, cuando la oficina es un lugar
agradable y entretenido, más rápido se cumplen las metas y más productivos son.
La Generación Y acepta de buen modo la presencia de un jefe, mentor o coach que los guíe por el plan de carreras bien definido, a diferencia de la Generación X que repudia los cargos superiores en aspiración a ocuparlos ellos mismos. Los Millennalis rechazan el autoritarismo y las imposiciones absurdas, mientras que eligen a líderes que les propongan desafíos reales y les brinden un ambiente laboral exigente aunque agradable.
La creatividad y la flexibilidad son parte fundamental de su vida laboral. Han compartido estos conceptos con el mercado real, y hoy las empresas que supieron adoptar estas nociones prosperan y brillan a todo gas. Con ejemplos tan impresionantes como Google y entidades que comprenden que el cooperativismo y la motivación son la clave fundamental para el éxito, y para la apropiada integración de la Generación Y con su creatividad, innovación e ímpetu.