Quienes trabajan en oficinas saben que el capital humano es diverso por naturaleza. Si fuésemos robots sin sentimientos, quizás el ambiente laboral no nos afectaría, pero lo cierto es que no lo somos, y que hay compañeros de oficina difíciles capaces de alterar nuestro humor y hasta nuestro desempeño.
Los hay de distintos tipos. No podemos cambiarlos ni somos sus líderes como para obligarlos a detener sus acciones negativas. Por eso, es importante que cada uno de nosotros aprendamos a desestimar lo que carece de importancia, a no dar relevancia a ciertas malas acciones, y a lidiar con las personas tóxicas en el ambiente laboral.
Hay quienes se pasan el día señalando culpas y defectos. No miran los propios, sino que se satisfacen de indicar las falencias de los demás. Son personas que no permiten errores ni equivocaciones, intolerantes y poco compasivos. Para lidiar con este tipo de colegas tóxicos lo mejor es no dar importancia a sus acusaciones, no participar en esos comentarios en lugar de intentar explicarle la mejor manera de interactuar.
Dedícate a mejorar tus errores, y deja en paz a las demás personas. Si notas el error de alguien más, díselo en privado y de manera respetuosa, y deja fuera del asunto al tóxico acusador y a sus comentarios.
Hay quienes necesitan constantemente la atención de los demás. Son compañeros de oficina que suelen interrumpir el trabajo del resto con sus diálogos y acciones. Estas personas se alimentan de las miradas ajenas, llegando a cometer errores adrede para recibir la atención.
La mejor manera de lidiar con estas personas es no darles esta deseada atención. Si es necesario, trabaja con la puerta cerrada, usa auriculares si la persona es ruidosa, y pídele respetuosamente que baje el volumen o que limite sus acciones, pues interrumpen tu trabajo.
Muchas personas se creen el centro de la oficina, y en raras ocasiones esto tiene mérito. Sin embargo, estos colegas creen tener toda la razón, piensan que tienen una opinión en todos los asuntos, y suelen interrumpir y entrometerse en las labores ajenas para dar su opinión, pues consideran que, de no hacerlo, tú fracasarás.
Sus intenciones no son malas, pero terminan por obstruir tu accionar. En este caso puedes dejar hablar a la persona, o preocuparte por seguir adelante, apartado de el o ella y evitando que conozca tus pasos para que no busque entrometerse. De ser necesario, pide a tu supervisor que te ubique en un sitio más alejado para poder trabajar en paz.