Quienes trabajan en casa tienen un desafío especial para conciliar esta conjunción de vida privada y vida laboral. Y es que la permanencia en el hogar, a menudo, atenta a minimizar la significación del tiempo que debemos dedicar al trabajo, tal y como si no estuviésemos en casa, sino en una oficina externa al hogar.
En esta nota te contaremos algunos buenos consejos que te permitirán hacer justamente eso: determinar cuándo es momento “de casa” y cuándo es momento “del trabajo”, para poder así dividir el tiempo y dedicarnos con asertividad a nuestras tareas, aunque coexistan en la misma habitación.
La oficina hogareña ha de tener su propio espacio, en lo posible, una habitación por completo separada (con puerta y paredes) del resto del hogar. Sin embargo, esto no siempre es posible, en especial para quienes poseen conexión a Internet inalámbrica y trabajan con un laptop o notebook, o para quienes viven en hogares de menores dimensiones y la distribución de los ambientes obliga a compartir el espacio de oficina con el de residencia.
Cualquiera sea el caso, destina un espacio exclusivo para el trabajo. Aunque se trate de una minúscula mesa de apoyo o de un rincón: ese espacio será sólo dedicado al trabajo, las carpetas, los papeles, el ordenador y todo lo que utilices en tu actividad.
Si en lugar de trabajar en casa trabajaras en una oficina, deberías cumplir ciertos horarios. Puedes establecer estos mismos horarios para tu vida laboral doméstica. Debe haber una hora del comienzo de las actividades, un horario de descanso, y un horario de fin de la jornada laboral.
Durante la jornada no debes atender asuntos hogareños, personales o familiares que no sean urgentes. Si estuvieses en una oficina, seguramente no volverías a casa simplemente para sacar a pasear al perro y luego volver a la oficina, ¿verdad? Pues debes hacer lo mismo en tu oficina hogareña. Eso sí: si se trata de una urgencia, seguramente que puedes desviarte de tus horarios, pero sólo en estos casos.
También debes evitar las distracciones, como el timbre que suena o el teléfono que llama. En ello, debes advertir a tu familia y a tus amistades y vecinos que ese es tu tiempo laboral. Sabiendo que estás en casa, seguramente querrán pasar a tomar un café contigo, o querrán llamarte por teléfono para conversar. Diles que estás trabajando durante determinado horario, y pídeles que no te interrumpan en tu actividad tal y como si trabajaras en una oficina en el centro de la ciudad.
Trabajar en casa te da ciertas libertades y privilegios. Ya que no debes tomar el autobús ni trasladarte a la oficina, seguramente podrás levantarte unos minutos más tarde, tomar una ducha más larga, o sentarte a disfrutar de un desayuno sin apuros. Pero cuando llegue el horario del comienzo de las actividades, debes aprender a comportarte como si estuvieras en la oficina. Esto significa sin distracciones, sin interrupciones, sin dilaciones, y también con la correcta compostura.
Debes vestir adecuadamente, dejando de lado las pantuflas y la bata para reemplazarlas por ropa apropiada. Evita andar por allí con tu taza de café o escuchar música estridente mientras trabajas, como si tuvieras compañeros de oficina. Esto te permitirá imponerte a ti mismo un ambiente laboral más productivo y, con ello, más productiva también será tu labor.