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Versión para imprimir del artículo Comenzando a trabajar desde casa. No incluye formatos especiales ni imágenes.
Si has decidido trabajar desde casa para evitar gastos, recuerda que éstos no se eliminarán, sólo se reducirán. En principio, seguramente necesitarás acondicionar algún espacio para montar tu oficina, y tendrás que comprar muebles o accesorios, añadir un ordenador más potente, agregar una línea de teléfono dedicada, etc. Es cierto que muchos de estos gastos serán sólo al principio y por única vez, pero siempre habrá algo que hacer, como comprar útiles, imprimir papelería, o lo que sea necesario para tu empresa.
Si te ocupas de las tareas de la casa personalmente, es muy fácil dispersarte. Vas a la cocina a servirte un café y encuentras platos sin lavar, por ejemplo. Es necesario compatibilizar ambos roles, y darle a cada uno su propio horario. Si te sientes más cómodo comenzando a trabajar una vez que la casa está ordenada, quizás sea necesario que te levantes un rato antes, resuelvas algunas tareas domésticas cada día, y luego comiences tus labores. Si mezclas tareas, reduces tu productividad.
También es importante que la familia y amigos comprendan que, por el hecho de estar en casa, no estamos automáticamente disponibles para visitas, llamados telefónicos, o pedidos de favores.
Cuando comenzamos a trabajar desde casa, nos costará un poco organizarnos adecuadamente al principio, ya que se trata de una rutina diferente. Es imprescindible establecer un horario, tal y como si fuéramos diariamente a la oficina: comenzar a trabajar siempre a la misma hora, no dejar el trabajo para hacer tareas de la casa, etc.
Lleva una agenda de trabajo diaria y una semanal, y trata de cumplirlas. Habrá tareas que deberás hacer cada día, y tendrás proyectos a mediano y largo plazo. Asigna horarios y cantidad de horas diarias a cada uno. Recuerda que ahora nadie te controla, por lo que deberás hacerlo tú mismo.
Reemplaza las reuniones de trabajo por reflexiones semanales. Evalúa si te ha servido la distribución del tiempo que has hecho, si debes cambiar ciertos hábitos, si te resulta complicado compatibilizar la casa y el trabajo. Busca nuevas soluciones e impleméntalas a partir de la semana siguiente.
Te llevará cierto tiempo encontrar el ritmo adecuado, pero pronto notarás que has cambiado una rutina por otra, y que nadie (ni tú ni tu familia) ha muerto en el intento.
