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La siesta, una pausa que previene el estrés
Beneficios de tomar una siesta reparadora luego del almuerzo. ¿Es una costumbre o una necesidad genética?
La siesta no está más reservada a los niños, los ancianos o los "sudamericanos", muchas veces ridiculizados por su costumbre de tomar siestas. Se sabe que la siesta permite reducir el estrés e incrementar el rendimiento, y ahora muchos hombres y mujeres en el mundo entero toman una siesta.
La palabra siesta proviene del latín, de la palabra "sexta hora", que se correspondía con la hora del mediodía, y significaba para los antiguos romanos la hora del descanso que seguía al almuerzo, fuera o no acompañada de sueño.
Contrariamente a las ideas recibidas, el simple hecho de recostarse en algún momento del día entra en la categoría de "siesta" y como tal en acto reparador, el cual nos permite recuperar fuerzas.
¿Sabías que para algunos investigadores la necesidad de tomar una siesta es genética? Tener muchas ganas de dormir después del almuerzo parece que no es una cuestión de digestión, ahora parece que se trata de un ritmo biológico innato.
Estos investigadores piensan que si el problema fuese digestivo, la persona en cuestión sentiría la misma necesidad de recostarse luego del desayuno, o que podrían evitar la siesta simplemente salteando el almuerzo, pero este no es el caso.
Las personas para las que la siesta es imprescindible ni sienten deseos de recostarse inmediatamente luego del desayuno, la merienda o la cena, y aún salteando el almuerzo llega una hora del día en la que sienten una necesidad irrefrenable por descansar y recostarse unos minutos.
Todo parece indicar que la siesta está programada "genéticamente".
La siesta ha demostrado con creces que representa numerosos beneficios: reduce el estrés, mejora la memoria y la concentración, contribuye en las actividades creativas y es un aporte significativo al funcionamiento nervioso. De este modo, si realizas una pausa de algunos minutos (para los japoneses, una pausa de 20 minutos es lo ideal) gozarás de numerosos beneficios, aún si tu cuerpo no te lo solicita porque, dándole crédito a la teoría genética, la siesta no está en tus genes.
Si te recuestas simplemente a leer una revista o un libro que te interesa, o a descansar cerrando los ojos y realizar ejercicios de respiración profunda y lenta, aunque no duermas estarás "haciendo la siesta" y recargarás tus baterías para llegar hasta la noche lleno de dinamismo.
