Ser un buen colaborador en la oficina es una manera de satisfacción en el ambiente. Nos permite sentirnos parte del proyecto o de la organización en la que trabajamos, y también propicia un mejor ambiente de trabajo.
Ser un buen colaborador también es la manera de quedar en la mira ante los ojos de jefes y superiores, favoreciendo nuestras posibilidades de ser considerados para una próxima promoción de cargos.
Hay muchas formas en las que podemos mejorar nuestro espíritu colaborador en la oficina. Primero, debemos quererlo: debemos estar dispuestos a dar un paso extra, donde fuera necesario, y debemos tener clara la meta común, además de la propia. La colaboración y la buena predisposición son elementos contagiosos entre los ambientes laborales, y comportarnos dando el ejemplo puede ser una manera ideal de mejorar la productividad propia y la ajena en la oficina.
El buen colaborador hace lo suyo, y también hace un poco más, siempre orientado a alcanzar las metas diarias, semanales, particulares y también generales en la oficina. Es alguien que se extiende de su ámbito si fuera necesario, para poder brindar mejores resultados en su labor.
El buen colaborador busca soluciones, no la mera consecución de su propia meta, y todo lo hace sin fijarse en su apreciación externa ni en las limitaciones propias a su cargo. El buen colaborador no se deja amedrentar por las complicaciones, sino que sigue en marcha, buscando la manera más útil de sortear obstáculos, colaborando con sus colegas y con la meta general a su paso.
El buen colaborador no busca el detalle en las situaciones. En lugar de hacer críticas o de señalar defectos, el colaborador busca comprender las motivaciones externas, y se pone a sensata disponibilidad del ejecutor, en busca de la mejor solución posible. El buen colaborador, en este aspecto, desconoce el significado de la palabra “imposible”.
Para ser un mejor colaborador, olvídate del cinismo y del sarcasmo. Los medios comunicativos del buen colaborador son del todo positivos, sensatos y directos. Debes ser respetuoso y comprensivo, buscando soluciones y no problemas, buscando alcanzar metas y no laureles propios.
Si quieres ser un mejor colaborador, busca respuestas. Ante preguntas de tus jefes, debes contar con una respuesta. No se trata de inventar cosas sobre la marcha, sino de una planificación previa: quien sabe lo que está haciendo, y lo hace a conciencia, conocerá su campo de actividad lo suficiente como para saber dar respuestas.
Si no sabes qué responder ante una pregunta directa con tus acciones, quizás no estés lo suficientemente dentro de las mismas, y debes analizar tu compromiso a esta labor como primera medida, intentando comprender la situación lo más posible.
Cualquier persona puede mejorar su participación y su espíritu de colaboración a cualquier emprendimiento. La clave está en quererlo, en creer en la causa, en comprender que la meta común puede ser mejor que la meta particular, por cuanto puede abrirnos más y mejores puertas en un futuro lejano, cercano y también inmediato.
Sólo hace falta disponernos a ser mejores colaboradores, ¡y lo lograremos!