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Cambios y dudas durante la crisis de la mediana edad
La mediana edad, los trabajadores, las crisis y las soluciones
Cuando pensamos en la crisis de mediana edad imaginamos a un hombre en un convertible, producto de horas y horas de películas e historias al respecto. Pero el tema va mucho más allá y, en relación a lo laboral, es un tema al que debemos prestar especial atención.
Es que al llegar a la mitad de la vida se replantean ciertos asuntos, tanto en lo laboral como en lo personal, lo familiar y lo social. Se trae sobre la mesa asuntos de metas pendientes, cambios incluso a nivel físico, y todo nuestro sistema de prioridades se ve analizado en esta etapa.
En lo laboral, estos nuevos puntos de vista analizan la satisfacción, las metas conseguidas y otros aspectos. El primer interrogante es al respecto de la satisfacción: si estoy en el lugar donde quiero estar, en la empresa de la que quiero ser parte, y si aún estoy a tiempo de cumplir con mis objetivos e ideales.
El sentido de pertenencia en el sitio de trabajo es otro tema delicado: el ingreso de empleados menores, los cambios de filosofía y las adecuaciones al mercado laboral y comercial cambiantes nos hacen replantear nuestra vinculación con la organización.
Quienes han pasado muchos años en la misma empresa podrán apreciar el fruto de sus acciones, pero quienes han cambiado una o más veces de empleo, en la mitad de su vida contarán quizás con pocos años de trayectoria. Esto ampliará una sensación de poca pertenencia, y de metas no alcanzadas.
En la mediana edad, entre los 40 y los 50 años de edad, es natural que la persona se plantee interrogantes al respecto de su propia vida y actividad. En lo laboral, también aparecen necesidades de independencia como anticipo o entrenamiento para la jubilación o el retiro, siendo así natural que quienes trabajen en empresas exigentes comiencen a pensar en su desvinculación, en inversiones anexas, en nuevas actividades.
Pero en un mercado laboral y en una economía arriesgada, estos sueños suelen ser descartados por las pocas probabilidades de éxito. Así, quien permanece en la organización se arriesga a llegar a un estado de desmotivación y poca productividad como resultado normal de esta falta de vinculación.
Otros temas también son analizados, como la satisfacción al respecto de la familia, las amistades, incluso las creencias y la vida espiritual. Como sabemos, todos estos factores afectan de maneras positivas y negativas a nuestro ser laboral: un desequilibrio entre las motivaciones y las bases pilares de nuestra existencia pueden llevarnos a la desesperación y a la consecución de acciones irracionales y poco prácticas. Estas son las claras manifestaciones de la crisis de mediana edad, como hemos visto en películas: la compra de un convertible, la renuncia y el retiro temprano, incluso cambios en lo familiar y sentimental.
Es importante mantener una prioridad de vida clara y un sano equilibrio entre el trabajo y la vida personal, a fines de ir acumulando las herramientas adecuadas para la llegada de la mediana edad y sus crisis, sorteando obstáculos ni bien aparecen, y actuando siempre a conciencia y con buena fe de que nuestras buenas acciones presentarán sus frutos si les damos la oportunidad y nuestro mejor empeño.
