Si hablamos de competitividad, pensamos en feroces competencias, en un poco de desesperación, en sacrificios y esfuerzos exagerados. Pero lo cierto es que nos impulsa a avanzar y, en la oficina o el trabajo, un poco de competitividad puede ser justo lo necesario para elevar la productividad general, aumentar la eficiencia en las metas cumplidas y, en definitiva, lo que eleve también la moral y las energías en el trabajo.
Las competencias en el trabajo deben ser organizadas por la dirección, gerencia o altos mandos, como parte del accionar propio de la corporación. Se debe procurar que esté orientada a la productividad y no a motivos ulteriores. Puede ser por la consecución de una meta, por cumplimientos personales en cierta jornada, y siempre bien premiada de un modo que fomente la participación, el trabajo grupal, y la retribución por la eficiencia laboral.
Cuando planifiques una competencia en la oficina, asegúrate de que sea bien recibida por los empleados. Debe ser relacionada al tema de trabajo, pues no puedes procurar una competencia que apunte a elevar la productividad si su mecánica obliga a los trabajadores a desatender sus actividades.
Toda competencia debe tener un premio o una retribución que motive a los trabajadores a participar, a esforzarse en las actividades. Muchas corporaciones tienen la política de seleccionar al empleado del mes, luciendo carteles con su fotografía en felicitación. Este empleado del mes será, por ejemplo, quien haya logrado más ventas, quien haya llegado primero a la meta propuesta, o demostrado más dedicación, esfuerzo y productividad en ese plazo. Pero si sólo ofreces una felicitación, no habrá motivación por ser el elegido. En cambio, si recibe un día libre del trabajo, un bono en dinero en su paga mensual o algunos beneficios, seguramente que todos (o muchos, al menos) se esforzarán más por conseguir esa meta preciada.
Hay muchas maneras en las que puedes fomentar a la participación y elevar la moral ante las competencias en el lugar de trabajo. Los premios monetarios son siempre interesantes, aunque también puede tratarse de tiempo de descanso, premios en elementos (mayormente los tecnológicos, que son bien apreciados por el plantel y, además, facilitan la realización de los trabajos) o la posibilidad de ingresar a sorteos.
Por ejemplo, si en el año hay doce meses, entonces hay doce chances de conseguir el premio mayor. Este puede ser un viaje pago, una visita a otra sucursal de la empresa en otra provincia o país, o quizás más días en el período de vacaciones. Pueden participar en este sorteo, por ejemplo, los doce empleados del mes, o ser el acreedor el empleado que más menciones haya tenido a lo largo del año.
Lo fundamental es motivarlos a participar en estas menciones y competencias, sea en grupos de trabajo o de manera individual. La motivación por conseguir el premio fomentará la productividad, y esto será beneficioso para la organización y también para cada trabajador.