Todos conocemos esa imagen del jefe arrogante, algo pasado de peso, con el habano en una mano y el dedo acusador en la otra, pensando que es el hombre más benevolente del mundo sólo por tener empleados contratados. La hemos visto en innumerables ocasiones, algunos pocos en la vida real, y el resto de nosotros en incontables pelÃculas y filmes que van marcando nuestra cultura.
Estos entretenimientos definen los estereotipos que luego nuestra mente busca en la realidad. De allà nació el metalúrgico de tubetop, el aborigen con pantalón de gamuza y corona de plumas, y de allà también han salido las imágenes negativas que una persona tiene a riesgo adquirir tan sólo por ocupar una posición de jefe.
Si buscas escapar de estos estereotipos, evita seguir los clichés en tu vestimenta, conducta, y también en tus palabras, manteniéndote alejado de frases como estas:
No compares a tus empleados con las personas del pasado de la empresa, y mucho menos si tienen contigo una relación de amistad o familiar. De hecho, comparar al plantel actual con el plantel pasado es una tarea vana, a menos que sea para compartir las técnicas que utilizaban los antiguos empleados, o algún comentario constructivo y no regañador.
Evita también mencionar estas relaciones de parentesco, pues parte del estereotipo incluye la contratación por ser familiar y no por mérito.
Cuando el empleado escucha esta frase, simplemente asume que está trabajando sólo para provecho y beneficio del jefe. De hecho, la tarea del jefe no es que sus empleados prosperen, sino que tengan las mejores herramientas para cumplir con su labor, poniéndose al servicio de la empresa y de los empleados. Por otro lado, el empleado sabe que la verdadera historia es que él es quien hace al jefe más exitoso y próspero, en el estereotipo, por lo que todo esfuerzo de motivación será vana con esta frase.