El sueño es mucho más que un placer: es una necesidad para nuestro bienestar, en todos los planos de nuestra vida. Se ha hablado mucho del “sueño de belleza” y del “sueño del buen humor”, pero poco se admite al respecto de la importancia del buen sueño para el correcto y más apropiado desempeño laboral.
El sueño, además de un momento de relajación de los músculos del cuerpo, es un estado de abandono de la conciencia y del estado de alerta. Durante el sueño logramos relajar los procesos mentales, adaptándolos a otras funciones. Logramos, de este modo, incorporar y procesar nuevas nociones, de un modo apropiado para nuestro bienestar.
Durante el sueño, nuestro cerebro aprovecha para recomponerse a su mejor estado. Se reponen sustancias químicas necesarias y se balancean procesos necesarios para nuestro organismo y correcto funcionamiento nervioso. Esto permite un despertar relajado, para poner en marcha a continuación procesos mentales y perceptivos fuera del estado onírico. De tal modo, la falta de sueño afecta su desempeño. Imagínalo como un ordenador que no se apaga nunca: puede funcionar, pero lentamente sus procesos comenzarán a alentarse y verse impactados por sucesos fuera de lo ordinario.
También durante el sueño nuestro cuerpo se repone. En ese estado de relajación, los músculos pierden su tensión, y la circulación se balancea y estabiliza. El metabolismo baja, y el ritmo cardíaco hace lo mismo. La respiración se regula, se hace lenta, profunda y regular, y el cuerpo se prepara para la próxima actividad, renovado y reenergizado.
Conforme avanzamos en edad, minimizamos las horas de sueño. Mientras que los bebés duermen hasta 12 horas diarias, los mayores de 70 años duermen de cinco a seis horas diarias. Ello se debe a las menores exigencias físicas de la persona, conforme a su actividad social, personal, laboral y demás. De tal modo, los adultos de entre 20 y 60 años (aproximadamente) requieren de hasta 8 horas de sueño para un correcto descanso, horario que varía de persona en persona.
Es poco frecuente que un adulto descanse 8 horas diarias, y puede deberse a numerosos factores. Lo importante es, según los expertos, no minimizar de 4 horas diarias de sueño, para no sufrir un estado conocido como privación de sueño. Con menos de 4 horas diarias de sueño, el cuerpo y el cerebro no logran reconstituirse de la manera apropiada, lo que afecta nuestro desempeño a nivel personal, social y laboral.
En el trabajo, la falta de buen descanso puede manifestarse de diversas maneras. Los ojos y el sentido visual se ven afectados, hipersensibles a los estímulos lumínicos y a otros factores. Se afecta así nuestra capacidad de lectura, y también de concentración, propulsado por un estado de desconcentración. En el cuerpo aparece el cansancio, la pesadez, problemas gástricos y falta de energías, lo que afecta el desempeño de las funciones motoras.
Por ello, y por muchos otros factores, procura cumplir con, al menos, cinco y media a seis horas diarias de sueño y descanso de corrido, para poder desempeñarte adecuadamente en todos los planos de tu vida.