La entrevista es un momento de nervios y ansiedad. En ella se definirá si eres el candidato adecuado para el puesto vacante, y si eres un miembro apto para ser ingresado en la corporación. Por eso, al acudir a la entrevista vestimos elegantemente, estudiamos nuestro discurso y nuestros ademanes, e incluso ponemos en práctica nuestras mejores armas de convicción, como una sonrisa en el rostro y sostener la mirada al entrevistador. Pero, ¿y si la entrevista es telefónica? ¿Cómo hacemos para sobresalir de los demás candidatos, si estamos a kilómetros de distancia y sin poder mirarnos a los ojos?
Cuando ya hayas acordado la fecha y hora de la entrevista telefónica, asegúrate de tener silencio y calma suficientes como para poder sostenerla. Si compartes tu hogar con otros miembros de la familia, pídeles privacidad, dejándote desocupada una habitación tranquila y apacible. Entra en la habitación unos diez a quince minutos antes, para encontrar un lugar cómodo y leer una revista o cantar alguna canción, sintiéndote más a gusto en ese sitio. Puedes leer tu CV y tus documentos y papeles necesarios, para refrescar conceptos y para tenerlos a mano por si surgen consultas.
Cuando ya sea la hora de la entrevista, recuerda a la familia que no debes ser interrumpido, y apaga tu teléfono celular (si es que la entrevista es por teléfono de línea) y todos los elementos que pudieran ser un obstáculo.
Piensa en
la entrevista telefónica como en una presencial. Si ya has acordado
la fecha y horario, viste cómodamente aunque con buena
presencia, péinate y prepárate como si fueses a tener una entrevista
presencial. Cuando nos gusta el reflejo que nos da el espejo nos sentimos más
confiados, y esta confianza se refleja en nosotros mismos, nuestra actitud, y
también en nuestro tono de voz.
¿Has notado que, cuando llamas a alguien que dormía, puedes notarlo en su tono de voz aunque intente disimularlo? Pues tu entrevistador también podría notar si te quedaste dormido esperando. Si esto te sucede, no mientas diciendo que no dormías (una mentira a luces), sino que has de decir la verdad, aunque engalanada de la mejor manera posible: “tomaba una siesta, pues en la casa de junto hubo una fiesta anoche y no pude dormir” o algo por el estilo.
Lo mismo ocurre con los humores y estados de ánimo. Cuando llamas a alguien puedes sentir la pena, la alegría y hasta los nervios en su tono de voz. Y la tuya también refleja estos estados de ánimo. Por eso, intenta tener el mejor de los humores el día de la entrevista.