Optimizar, esa palabra tan mencionada en los últimos años, no sólo se refiere a las tecnologías y a maquinarias. Todo es optimizable, todo puede ser adecuado para un mejor funcionamiento, más efectivo, más económico, más acertado, con el menor costo y desgaste posible. En todo aspecto. Y tu día también.
Sí, lo sabemos: levantarse temprano no es lo que se defina como “un sueño” para muchos. Pero es una verdad innegable: para hacer rendir las horas del día debemos comenzar temprano.
Levantarte con la salida del sol también te permite despejarte más suavemente, aprovechar los horarios frescos, y prepararte en casa antes de salir al trabajo o a hacer trámites. Así, a media mañana ya tendrás posiblemente todo solucionado, pudiendo esquivar al calor de la calle y dedicarlo a las actividades hogareñas. En cambio, si debes ir al trabajo, podrás desayunar y vestirte con tiempo, ver las noticias, despabilarte bien y no andar a las corridas.
Estamos hablando de optimizar nuestro día, ¿verdad? Pues sí, el ejercicio es vital para ello. Puede que al acomodar tus horarios notes que no tienes dos horas diarias para dedicarte al ejercicio. Pues optimiza también aquí: toma las escaleras en lugar del elevador, ve a pie en lugar de en el coche, o viaja en transporte público para, al menos, caminar hasta las terminales.
Otras maneras de ejercitar son ir a hacer las compras a diario en lugar de una compra mensual, ir siempre a pie, barrer la casa, al igual que aspirar alfombras, tapicería o cortinas, pasear al perro… las actividades diarias pueden ser saludables cuando dedicas empeño a ello.
Ya aplicados los dos primeros principios, veamos algunas otras buenas ideas para optimizar tu día en lo laboral: